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PAC 49 – La formación de un espacio transnacional de indignación La jornada mundial del 15 de octubre de 2011.

Por Clément Paule

Traducción: Maricarmen Gonzalez Cisneros

Passage au crible n°49

Cinco meses después del nacimiento del 15M (Movimiento del 15 de mayo), el éxito del día mundial de la indignación es testigo de la consolidación de nuevo espacio transnacional de movimientos sociales. Organizado el 15 de octubre de 2011, dicho evento reunió cerca de un millón de manifestantes que desfilaron en más de 950 ciudades. Sin embargo, los noventa países involucrados no conocieron la misma intensidad protestadora: si los Estados europeos –sobre todo España e Italia- y norteamericanos concentraron la mayor parte de participantes, las ciudades africanas y asiáticas se quedaron al margen de la dinámica. A pesar de las diferencias, el esbozo de coordinación muestra la vitalidad de la movilización en respuesta a la llamada planetaria Todos unidos por un cambio global. Este slogan recuerda los del movimiento altermundialistas con los cuales un puñado de indignados protestó contra la cumbre del G20 reunido a Cannes los 3 y 4 de noviembre de 2011. Ciertamente, las victorias aparentes no deben ocultar las dificultades de la represión policial –a la semejanza de la evacuación del campamento de OWS (Occupy Wall Street) – o los dilemas organizacionales. No está por demás mencionar que las diversas iniciativas ciudadanas demuestran una cierta cohesión cristalizada en el uso de las etiquetas – indignación, Occupy – y de prácticas similares.

Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico

En primer lugar, subrayemos que la jornada del 15 de octubre del 2011 se inscribe en la historicidad singular de los movimientos sociales de envergadura transnacional. Recordemos el 15 de febrero del 2003 en el que las manifestaciones contra la guerra en Irak reunieron a varios millones de personas en cerca de sesenta países. Para los comentadores, la sincronización inédita de grupos pacifistas a escala mundial revelaba la aparición de un nuevo actor; la opinión pública internacional. Aunque este acto fuera fuertemente criticado, el surgimiento del altermundialismo –consagrado por el grupo de Seattle en 1999 y la organización regular del FSM (Foro Social Mundial) desde el 2001 –puede ser considerada como un índice del proceso de transnacionalización de asociaciones de la sociedad civil. Mientras tanto, la heterogeneidad de dicho militantismo y su ambivalente relación con lo político- ilustrada por la controversia recurrente sobre forma del FSM- tienden a limitar la consistencia de dicho espacio, algunas veces calificado como nebulosa.

Tratándose de la indignación, esta última se caracteriza por una trayectoria histórica que se distingue por la rapidez26 de su extensión en contextos locales diversos. Citemos algunas acciones colectivas realizadas a finales de 2010, manera de premisa, empezando por las revoluciones árabes y la esfera de influencia “Estamos hasta la madre” en México o el “pueblo violeta”il Popolo Viola– en Italia. Tantas señales precursoras de un primer impulso contestatario denunciando la generalización de los planes de austeridad y las consecuencias socioeconómicas de la crisis. Poco después del movimiento fundador del 15M en España, varios países son sucesivamente golpeados: desde Grecia hasta Italia pasando por Israel, Suiza, Portugal y un poco menos en Francia. Bajo este ángulo, notemos la extensión del movimiento hacia algunas ciudades norte americanas quienes popularizaron la denominación genérica de Occupy, a partir de OWS, lanzado cerca de la mitad del mes de septiembre del 2011. El éxito espontáneo de las iniciativas y la llamada del 15 de octubre contribuyeron a la segunda fase de dispersión en todos los continentes: citemos los ejemplos de Oakland, Seúl, o Berlín. Finalmente, retengamos la proximidad entretenida con un cierto número de conflictos sociales, en apariencia poco circunscritos, ya sea el “Y en a marre” senegalés, las manifestaciones anti corrupción en Brasil, huelgas de estudiantes en Chile o los no-cuts! Británicos.

Marco teórico

1. Coordinaciones locales y convergencia global: la rápida internacionalización del movimiento nos lleva a considerar sus modalidades de difusión, articulando luchas ancladas en el contexto nacional a una crítica meta-política del sistema-mundo. Lo que nos invita a analizar la estrecha relación de la indignación con el alter mundialismo, estos dos espacios no son completamente desasociables.
2. Comunidad imaginaria de los contestatarios: Dicha conceptualización –propuesta por Benedict Anderson en su investigación fundadora del surgimiento del nacionalismo- puede ser útil para darse cuenta de las conexiones simbólicas entre los protestadores. Efectivamente, estos comparten no solamente un repertorio de acción similar –fundada en las redes sociales, la ocupación no violenta del terreno público, la democracia deliberativa- sino finalmente un conjunto de representaciones comunes.

Análisis

En primer lugar, la explicación de contagio es insuficiente para comprender la dinámica de transnacionalización funcionando desde mayo del 2011. Uniendo mecánicamente protesta y crisis financiera, este enfoque abandona las estrategias de los actores y su trabajo de presentación de uno mismo (Goffman). Los fracasos repetidos de los indignados franceses, a pesar de la promulgación de un plan de austeridad draconiano, constituyen un edificante contra-ejemplo. Es decir que si las redes sociales y las herramientas numéricas jugaron un papel crucial –pues redujeron fuertemente los costos de comunicación-, hay que evitar el sobre evaluar su impacto desde una óptica estrechamente técnica. Por un lado, el proceso de exportación fue orquestado, en grande parte, por los militantes: Democracia Real Ya! Anunció desde mayo del 2011 el Día mundial del 15 de octubre. No podemos negar el efecto de arrastre producido por la concentración inesperada y simbólica de las ciudades americanas. Dentro de esta lógica, las modificaciones internas de las relaciones de fuerza, como la demisión de Silvio Berlusconi, contribuyeron a acentuar el fenómeno. Fueron más que el apoyo público de intelectuales como el Premio Nobel, Joseph Stiglitz, o Naomi Klein reforzando la legitimidad y la credibilidad del espacio de indignación.

Es evidente que esta comunidad emergente de contestatarios se afirmó, sobre todo por sus tácticas de demarcación hacia los partidos políticos, los sindicatos y los medios de comunicación. Por el contrario, se inscribe también en la continuidad del movimiento alter mundialista. No solamente los indignados reclutaron una parte de sus miembros sino que también tomaron prestado el “savoir faire” específico principalmente en materia de expresión democrática. Tradujeron los aportes dentro de una original gramática de protestación articulando las técnicas a la expresión simbólica de los lugares. Insatisfechos del modelo organizacional y de sus predecesores, los indignados se esfuerzan por bloquear la institucionalización –y sus efectos perversos de verticalización o de personalización- por medio de dispositivos participativos centrados en la horizontalidad de los individuos. De esta manera, la indignación y el alter mundialismo aparecen como dos espacios de contestación distintos pero interdependientes, en competencia constante, pero a la vez complementarios por la circulación de personas y de prácticas que los unen.

Desde entonces, se trata de analizar las consecuencias de tan original postura, los apuros en los que se encuentran los campos políticos y mediáticos pues son confrontados a un vocabulario de protesta que no manejan correctamente y a una ausencia de liderazgo claramente identificado. En resumen, las autoridades oscilan entre una represión brutal –a la imagen de la evacuación de Oakland- y las tentativas de recuperación, hasta ahora ineficaces. Al mismo tiempo, los indignados denuncian el trato insuficiente, casi caricatural del que son objeto: los profesionales de los medios de comunicación son acusados de reducir el movimiento a una organización política y jerarquizada, negando la importancia de las micro-movilizaciones. Es ahí donde se crean los canales de información alternativos por los protestadores, vectores que tienen por consecuencia la consolidación de un universo de valores comunes. Sin juzgar por anticipado la perennidad de una tal identificación, subrayemos su carácter dinámico y heterogéneo expresado por la difusión de slogans federativos, tales que el 99% o el de la real democracia. Por ahora, la indignación mundial, reconfortada por la intensificación de las comunicaciones transnacionales, parece tomar forma como una comunidad imaginada dominando las fronteras del Estado.

Referencias

Anderson Benedict, Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread of Nationalism, 1983; L’imaginaire national: réflexions sur l’origine et l’essor du nationalisme, Paris, La Découverte, 1996.
La Vie des idées, « Débats autour du 15M. Républicanisme, démocratie et participation politique », 20 sept. 2011, à l’adresse web : http://www.laviedesidees.fr/Debats-autour-du-15M.html [21 novembre 2011].
Paule Clément, « La structuration politique de l’indignation. Le mouvement transnational des indignés », Passage au crible (45), 27 juillet 2011.