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PAC 55 – Corea del Norte al margen de la escena mundial La muerte del presidente Kim Jong-II

Por Thomas Lindemann

Traducción: Maricarmen Gonzalez Cisneros

Passage au crible n°55

Pixabay

La muerte del presidente Kim Jong-II y su probable sucesión al triunvirato dirigido por su hijo Kim Jong-Un evidencia nuevamente la cuestión de las opciones disponibles para calmar y transformar el régimen de Corea del Norte. Las primeras declaraciones de las cancillerías occidentales sugieren que los dirigentes están ante todo, dispuestos a mostrar su determinación a resistir a cualquier proyecto de agresión proveniente de Corea del Norte. Algunos prevén apoyar una “primavera norcoreana” olvidando el considerable potencial militar de esta Esparta asiática. Más allá de las cuestiones morales, todo indica que este régimen no es una potencia defendiendo un estatus quo territorial. La historia reciente demuestra es todavía posible la renuncia a las posturas ofensivas tomando en cuenta la dimensión simbólica de las aspiraciones de este régimen en búsqueda de reconocimiento.

Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico

Corea del Norte se enredó dentro de una confrontación armada en 1950 contra su vecino del sur. Durante esta guerra, el general americano Mc Arthur planea recurrir a las armas nucleares tácticas. El armisticio fue establecido en 1953 sin tratado de paz cerca del paralelo 38. Desde entonces, numerosas disputas ocurrieron sin provocar mayores enfrentamientos armados. Más recientemente, en el mes de marzo de 2010, Corea del Norte fue acusada del naufragio de la corbeta surcoreana Cheonan. Seguido a este incidente, el país fue sancionado y puesto al margen de la escena mundial. Poco después, el bombardeo norcoreano de la isla Yeonpyeong – situada al oeste de la península y cerca de la línea de demarcación marítima (en tela de juicio el 23 de noviembre de 2010) – nuevamente recordó la frágil situación entre las dos Coreas. El nuevo líder Kim Jong-Un prometió que Corea del Sur sería castigada por su comportamiento irrespetuoso en el funeral de Kim Jong-II. En cuanto a las ambiciones nucleares, desde 1993 Corea del Norte ha continuamente desafiado el tratado de No proliferación nuclear. El acuerdo de 1994 y el de Pekín de 2007 la condujeron a renunciar provisionalmente al arma nuclear a cambio de concesiones económicas de cierto reconocimiento diplomático. Sin embargo, en mayo de 2009, procedió a un segundo ensayo nuclear, seguido al de 2006. Hoy, las negociaciones se encuentran bloqueadas.

Marco teórico

Retengamos dos líneas de fuerza:

1. Los enfoques tradicionales llamados de elección racional consideran que las crisis se resuelven de manera pacífica cuando los beneficios materiales netos de la paz, son superiores a los beneficios materiales netos de la guerra. Los teóricos realistas ponen en primer lugar la importancia del costo de la seguridad dentro de la ecuación costos/ganancias. Dentro de esta lógica, las amenazas militares de los Estados Unidos dirigidas a Corea del Norte son a la vez mucho más importantes y creíbles, y deberían exhortar a Corea del Norte a comportarse de manera pacífica y renunciar a sus proyectos nucleares. Otros analistas de inspiración más liberal, avanzan por su parte la utilidad de las sanciones económicas para prevenir el comportamiento desviado de un Estado.
2. Empero, sabemos que una política de firmeza se encuentra lejos de ser suficiente, de hecho podría resultar contraproducente si amenaza la supervivencia de un régimen o induce amenazas publicas percibidas como humillantes.

Dentro de una óptica constructivista, pareciera que los actores norcoreanos están preocupados por afirmar en la escena política una cierta imagen de ellos. De esta manera la inclusión diplomática – las recompensas simbólicas – podría ser determinante en la pacificación de este conflicto. A contrario, la estigmatización de un Estado puede provocar su radicalización pues las identidades de los actores se forman y se transforman en interacciones.

Análisis

Todo análisis de la situación norcoreana levanta dos preguntas: ¿Las ambiciones de sus dirigentes son compatibles con el estatus quo territorial? y ¿Cuáles son las razones por las que los dirigentes norcoreanos se implican con una política al borde del abismo?

Antes que nada, y a pesar de las retóricas fanfarronas de los dirigentes norcoreanos, pocos índices militan a favor de una política de expansión territorial, puesto que la legitimidad de la dinastía Kim descansa sobre su divinización y es ante todo interna. Además desde 1953, el Estado norcoreano se destacó por la búsqueda de una cierta autarquía más que por las ideas bélicas. Una muy hipotética conquista de Corea del Sur no pagaría para los líderes norcoreanos. ¿Cómo podrían efectivamente, imponer a los coreanos del Sur, que benefician de un nivel de vida comparable al de España, un Estado auténticamente totalitario?

Todo esto nos lleva a pensar que el régimen norcoreano explota la carpeta nuclear en vista de un mejor reconocimiento. Surge entonces el problema de la legitimidad de un régimen que satisface difícilmente las necesidades más elementarías de su población. En otras palabras, se sabe que las autoridades norcoreanas están profundamente ofendidas por su inclusión en el 2002 dentro del eje del mal. George Bush, haciendo alusión a la corta altura de Kim Jong-II, llegó a calificar el régimen norcoreano como detestable pigmeo. Cuando el líder norcoreano lanza un satélite a la atmósfera junto con canciones revolucionarias justamente el día del aniversario de la independencia de los Estados Unidos en el 2009, el mensaje parece claro: “vamos a obligarlos al reconocimiento por medio de las armas”.

Frente a tales actores, amenazas, sanciones e irrespetuosas declaraciones, es posible que el régimen sea conducido hacia una dureza radical. Dichas declaraciones podrían igualmente reforzar la legitimidad interna del régimen norcoreano haciendo pasar a sus oponentes por traidores y del lado de los americanos. Podrían igualmente, conducir a una escalada militar.

El balance de esta política de firmeza parece negativo. El presidente surcoreano Lee Myung-bank termino con la “política del sol” de su antecesor iniciando maniobras militares próximas de la línea de demarcación. Ahora bien, este aislamiento diplomático no se terminó con la llegada al poder de la administración Obama. Esta última se focalizo en la “paciencia estratégica” y preconizó una política de apertura condicionada por pruebas de buena voluntad norcoreana. Peor aún, el presidente surcoreano Lee anunció implícitamente el 15 de agosto de 2010 la desaparición inminente del régimen norcoreano proponiendo a sus conciudadanos la introducción de un nuevo impuesto destinado a preparar la unificación de las dos naciones.

Dentro de este contexto, conviene analizar el bombardeo norcoreano de la isla de Yeonpyeogn de diciembre de 2010 como resultado principal de temores existenciales más que como la manifestación de una política imperial.

Referencias

Bourmaud Daniel, « Le complexe obsidional de la Corée du Nord », in : Josepha Laroche (Éd.), Passage au crible de la scène mondiale, Analyse de la scène mondiale 2009-2010, Paris, 2011, L’Harmattan. Collection Chaos International, pp. 89-92.
Braud, Philippe, L’Émotion en politique, Paris, Presses de Sciences Po, 2006.
Laroche Josepha, La Brutalisation du monde, du retrait des États à la décivilisation, Montréal, Liber, 2012.
Lindemann, Thomas, Sauver la face, sauver la paix, sociologie constructiviste des crises internationales, Paris, L’Harmattan, 2010. Collection Chaos International.
Wendt, Alexander, Social Theory of International Politics, Cambridge University Press, 1999.