PAC 17 – A la búsqueda de una globalización de la paridad 30 aniversario de la CEDAW

Por Armelle Le Bras-Chopard

Traducción : Daniel Del Castillo

Passage au crible n°17

Hace 30 años, el primero de marzo de 1980, los Estados se disponían a la firma de la Convention on the Elimination of Discrimination Against Women (CEDAW), adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 18 de diciembre de 1979. Firmada por el 95% de los Estados miembros de la Organización de Naciones Unidas, esta Convención no fue sin embargo, ratificada por todos, y algunos de ellos emitieron ciertas reservas, colocando sus tradiciones por encima de las reglas del Derecho Internacional. Este documento se completó ulteriormente por el Protocolo adicional del 6 de octubre de 1999, documento que entró en vigor en el 2002 y que pretende ser más coercitivo.

Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico

Desde que finalizó el siglo XIX, las mujeres se organizaron de manera transnacional y clamaron por la adopción de un tratado internacional sobre la igualdad de derechos entre los sexos. Bajo presión de sus asociaciones, la ONU estableció, en 1946, la llamada Comisión Intergubernamental de “coalición femenina”. El mandato de esta instancia se centraba en la elaboración de normas transnacionales que después la CEDAW contribuyó a institucionalizar.
Esta Convención tiene como objeto absorber el gender gap, luchando contra todas las formas de discriminación que afectan a la mujer. Se trata de restablecer la igualdad de derechos con los hombres en todos los ámbitos civil, cultural, económico, social, político gracias a la aplicación de sus disposiciones legislativas en el plano nacional.

Para continuar con su aplicación, un comité de veintitrés expertos independientes fue nombrado por las partes presentes en la Convención. Cada año, el comité presenta un informe a la Asamblea General de Naciones Unidas y examina los producidos por los Estados, cada cuatro años. Además, propone audiciones con éstos e invita a instituciones especiales, tanto como a las ONG más activas. En último lugar, la Convención concluye estos análisis emitiendo propuestas y recomendaciones. Sin embargo, es imposible evitar de manera directa las violaciones de este instrumento jurídico, acontecidas en territorio estatal. A pesar de todo, una mejora del nivel de control fue impulsada por el Protocolo adicional, ya que éste prevé la trasmisión de requerimientos individuales y/o colectivos.

Marco teórico

1. Los Derechos Humanos. La Convención reconoce por primera vez la discriminación en contra de la mujer como una violación a los Derechos Humanos. En efecto, el marco de referencia anterior Carta Magna de las Naciones Unidas, Declaración Universal de Derechos del Hombre se mostró demasiado restringido y general. Además de una igualdad real entre los sexos, que la CEDAW pretende promover, también se da mayor importancia a la decisión sobre la reproducción. Pero, antes que todo, se trata de una cuestión de equidad y justicia, cuyos progresos beneficiarán a toda la Humanidad.
2. El Desarrollo. La Convención tiene una dimensión a la vez democrática, económica y social. La posición que las mujeres ocupan en la sociedad constituye para el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) un parámetro del IDH (Índice de Desarrollo Humano). La creciente autonomía de las mujeres en particular su escolarización y educación representa la condición necesaria para la reducción de la pobreza, y es hoy en día el primer objetivo de la AOD (Ayuda Oficial al Desarrollo). La igualdad profesional efectiva que aún se encuentra lejos de ser realizada en los países del Norte constituye uno de los indicadores de crecimiento y modernidad. La problemática también es democrática ya que la implicación de las mujeres en los espacios dónde se produce la toma de decisión, tiene la utilidad de marcar el nivel de desarrollo o empowerment, apoderamiento. Este proceso, indispensable para la cohesión social, permite entonces pasar del escalafón estatal-nacional al de las organizaciones locales, lo que facilita una mejor integración de los dos sexos en torno a valores y objetivos comunes.

Análisis

Al contrario de otras grandes convenciones que detallan los Derechos Humanos, como la de los Derechos del Niño, la CEDAW continúa siendo desconocida. En efecto, a pesar de haber sido firmada por casi todos los Estados a excepción de Somalia, Sudán e Irán su aplicación se enfrenta aún hoy en dia a varias dificultades. Debido a la oposición cristiana hostil al reconocimiento y garantía de los derechos de procreación los Estados Unidos, por ejemplo, no la ratificaron. En cuánto a los otros, recurrieron a reservas que limitan sustancialmente el alcance el texto, de tal manera que rechazan la inclusión de los artículos más coercitivos en su legislación nacional. Así, Malasia tildó ciertas disposiciones de contrarias a la ley islámica, mientras que Algeria invocó, por su parte, una violación a su soberanía. Dentro de esta misma lógica, el Artículo 15 relativo a la igualdad entre hombres y mujeres frente a la ley y la libertad de circulación es aplicado en Nigeria únicamente para aquellas mujeres solteras. Pero el punto más debatido concierne sobre todo la igualdad de sexos en el matrimonio y el conjunto de relaciones familiares autoridad parental, derecho de propiedad y edad mínima para el matrimonio sobre los que la mitad de los Estados emitieron sus reservas, principalmente en el Medio Oriente y Magreb, en nombre de la superioridad de la charia. Finalmente, si el Protocolo adicional se muestra ciertamente más coercitivo que la CEDAW, aún es opcional para los Estados miembros de la Convención. No obstante, éste último representa un avance considerable ya que favorece el paso de mecanismos estrictamente jurisdiccionales, hacia dispositivos directamente operacionales sobre el terreno. Dentro de este marco, los miembros del Comité, tras una protesta, impulsaron una investigación en México respecto a los secuestros y asesinatos de mujeres en Ciudad Juarez que ponía en evidencia la perennidad de las violencias cometidas en contra de la mujer en esta región.

De manera general, la Convención es utilizada por los grupos de mujeres para presionar a los gobiernos con el fin de mejorar la posición de la mujer en sus respectivos países. En lo que a esto concierne, recordemos que Guinea que ratificó la CEDAW en 1982 votó en el 2006 a favor de una ley que castiga con medida de encarcelamiento a toda persona que practique mutilaciones genitales. De la misma manera, Egipto apoyó una campaña de alfabetización para niñas, para reducir entre 1986 y 1996 su analfabetismo en un 11%.

A pesar de las resistencias encontradas, la CEDAW es un instrumento importante para favorecer los avances en la causa femenina a nivel internacional, aunque una globalización de la paridad es todavía una utopía. Hoy en día, las ONG y todos los movimientos de asociaciones se activan para recalcar principalmente la lucha contra los estereotipos, cuya próxima etapa consiste en modificar los comportamientos y promover una cultura igualitaria entre los sexos, es decir, modificar en profundidad la organización de las sociedades civiles.

Referencias

Falquet Jules, De Gré ou de force. Les femmes dans la mondialisation, Paris, La Dispute, 2008.
Hirata Helena, « Femmes et mondialisation », in : Maruani Margaret (Ed.), Femmes, genre et société, l´état des savoirs, Paris, La Découverte, 2005.
Sénac-Slawinski Réjane, L´Ordre sexué. La perception des inégalités femmes-hommes, Paris, PUF, 2007.
Women Watch, página Web de la ONU: http://www.un.org/womenwatch/

PAC 16 – Una política exterior entre innovación y procrastinación La cumbre de la Unión Europea del 11 de febrero de 2010

Por Elsa Tulmets

Traducción : Daniel Del Castillo

Passage au crible n°16

Después del fracaso que supuso la conferencia de Copenhague sobre el clima de diciembre del 2009, el nuevo Presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, convocó a los representantes de los Estados miembros de la UE (Unión Europea) a una cumbre extraordinaria sobre la reactivación de la economía, el 11 de febrero de 2010. En esta ocasión se trataba del primer evento mediático de la Unión regida por el Tratado de Lisboa. Pero a pesar de algunas novedades, las relaciones exteriores no retuvieron la atención general. Escasamente considerada en los tratados, la política exterior de la Unión parece destinada a permanecer en segundo plano.

Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico

Desde que finalizó la Guerra fría, la UE debe constantemente actualizar su rol en un mundo multipolar en el que además es incapaz de reaccionar frente a las crisis, ni siquiera cuando éstas se presentan en sus inmediaciones (Península de los Balcanes). La Convención sobre el futuro de Europa del 2002 propuso simplificar los tratados y otorgarle a la UE el atributo de sujeto del Derecho Internacional, planteando en este sentido avances en materia de política exterior. Después del rechazo del Tratado Constitucional del 2005, una versión mejorada adoptada el 13 de diciembre de 2007 en Lisboa entró finalmente en vigor, el primero de diciembre de 2009. Sin embargo, esta primera cumbre europea ignoró completamente las cuestiones internacionales, y prefirió centrarse en la ayuda a Grecia y el plan de reactivación – Europa 2020 – para el crecimiento y empleo.

Marco teórico

El acto de fortalecer una nueva autoridad aquella del Presidente de la UE – revela, entre líneas, las debilidades del soft power y los límites del spill over de la Unión.

1. El soft power. Cuando Joseph Nye forjaba este concepto, buscaba caracterizar el poder de atracción del que se benefician los Estados Unidos en el extranjero. También quería designar, su capacidad de influir en sus socios, a través de otros medios diferentes a la coerción. Fundamentado en la Economía, los recursos sociales y culturales, este concepto está pensado para oponerse al hard power, de índole militar.
Por su parte para imponerse a nivel internacional, la UE apuesta principalmente por la proyección de sus políticas mejor integradas (el mercado interno) y la atracción que ejerce la zona euro. De esta manera, el enunciado mismo de soft power fue utilizado en los recientes discursos políticos de la UE, con el fin de legitimar la estrategia de ampliación hacia el Este. Al respecto, las negociaciones de adhesión que se encuentran en curso reiteran este punto de vista que también fue adaptado a la PEV (Política Europea de Vecindad), destinada desde el 2004 a los países del Sur y Este de la UE extendida.

2. El spill over. Esta expresión conceptualizada por David Mitrany ha sido retomada por los teóricos de la integración europea. En este caso, ésta hace referencia a la estrecha cooperación existente entre sectores con intereses comunes, en apariencia no políticos, como la agricultura y los transportes. En segundo lugar traduce un proceso de difusión hacia áreas más abiertamente políticas. Dentro de esta misma lógica, la creación de la moneda única el euro depende de la negación por parte de los Estados, de una de sus prerrogativas más exclusivas, símbolo por excelencia de su soberanía. El spill over de un sector hacia otro conlleva a una mejor integración en el ámbito de la política exterior. Por ejemplo, la política comercial común se creó gracias a la formación del mercado interno. En cuanto a los medios puestos a disposición para la prevención de crisis, éstos provienen, en parte, del espacio Schengen. Ciertamente, la cumbre europea del 11 de febrero refleja los estrechos vínculos establecidos entre estas diversas acciones de la UE, a la vez que pone de manifiesto la falta de coherencia.

Análisis

1. Proteger el soft power europeo. En tiempos de crisis, la UE se dispone a conservar su credibilidad internacional y proteger esencialmente su soft power, a través de la puesta en relieve de sus conocimientos institucionales y económicos. El Tratado de Lisboa apostó por atribuir un número de teléfono a la UE, para responder al célebre desafío propuesto por el ex Secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger. En virtud de este Tratado, el Presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy, titular del nuevo cargo creado siguiendo el principio de presidencias rotativas pudo organizar esta cumbre: « si el desarrollo internacional lo exige, el Presidente del Consejo Europeo puede convocarlo a una reunión extraordinaria, con el fin de definir los lineamientos estratégicos de la política de la Unión frente a este desarrollo » (Art. 26 de la versión consolidada del Tratado sobre la Unión Europea). Si bien este acuerdo le asigna a la Unión ciertas funciones esenciales, no prevee ninguna distribución funcional capaz de mejorar su propia visibilidad. A este respecto, el nuevo Presidente debe trabajar con el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad (Art. 15) – cargo ocupado por Catherine Ashton, muy criticada en el exterior, mientras que el servicio diplomático, recién instituido, todavía representa una estructura muy poco funcional. Los jefes de Estado y Gobierno conservan, por otra parte, un poder significativo ya que el Consejo Europeo « identifica los intereses estratégicos de la Unión, fija los objetivos, define y pone en marcha las orientaciones generales de la política exterior y seguridad común » (Art. 15).

Desde que la crisis se volvió global en 2008, la crisis financiera también pone de manifiesto los fallos del soft power económico de la UE. De esta manera, la prioridad concedida a la zona euro y al mercado del empleo expresa la incapacidad de los Estados europeos para hacer frente por sí mismos, a las fuerzas de un mercado mundial no regulado. Pero si la eurozona se debilita, un spill over negativo amenaza con desestabilizar el mercado interno y la capacidad de acción exterior de la UE. En consecuencia, ésta última tiene que afrontar los desafíos de su funcionamiento interno, antes de poder expresarse como un único actor.

2. Francia y Alemania, motor activo del spill over europeo. En el proceso de construcción europeo, el tándem franco-alemán ofreció durante mucho tiempo, el mejor recurso para elaborar un consenso político. Pero la cumbre del 11 de febrero ha puesto en evidencia la incapacidad de estos dos países fundadores para producir compromisos europeos. Tratándose por ejemplo, del crecimiento y empleo, los dispositivos puestos en marcha no favorecieron la unanimidad entre los veintisiete Estados miembros. De la misma manera, a pesar de que Francia y Alemania han pedido la creación de un gobierno económico para la UE, esta idea nunca se ha tenido en cuenta. Por último, la importancia que dieron a la acción exterior, ha influido poco en la agenda europea.

Desde entonces, la cooperación franco-alemana se muestra incapaz de volver a promover la integración política, para reforzar la UE a nivel internacional. Sin duda alguna, esto se debe a las líneas de división en la esfera internacional, que han cambiado desde que finalizó la Guerra fría y comenzó la expansión hacia el Este. Efectivamente, éstas se desplazaron y se instalaron, no entre la “antigua” y la “nueva Europa” cómo piensan algunos conservadores norteamericanos, sino en clivajes políticos. Actualmente se observa que a las divergencias sobre la mecánica institucional de la construcción europea dimensión interestatal o federal se suman profundos desacuerdos sobre las relaciones que han de establecerse entre lo económico y político.

Referencias

Laïdi Zaki, La Norme sans la force : l´énigme de la puissance européenne, París, Presses de Sciences Po, 2005.
Mitrany David, A Working Peace System, Londres, Royal Institute of International Affairs, 1943.
Nye Joseph, « Soft Power and American Foreign Policy », Political Science Quarterly, 119(2), 2004, Págs. 255-270.
Tulmets Elsa, « A `Soft Power´ with Civilian Means : Can the EU Bridge its Capability-Expectations Gap in the ENP ? », in : Delcour Laura, Tulmets Elsa (Ed.), Pioneer Europe ? Testing European Foreign Policy in the Neighbourhood, Baden-Baden, Nomos, 2008, Págs. 133-158.

PAC 15 – Un multilateralismo sin restricciones Los compromisos de los Estados en el marco de Copenhague

Por Simon Uzenat
Traducción: Maria Elisa Alonso, Julián Fernandez
Passage au crible n°15

Organizado bajo la égida de la CMNUCC (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), las negociaciones tenían por objetivo conseguir un acuerdo jurídicamente vinculante durante la 15 CdP (Conferencia de las Partes), que se realizo en Copenhague del 7 al 19 de diciembre de 2009. Se trataba en este caso de prolongar y de intensificar los esfuerzos programados por el protocolo de Kyoto – que llega a término el 31 de diciembre de 2012 – y de establecer así el futuro régimen multilateral de regulación climática.

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> Análisis
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Contexto histórico

En diciembre de 1997, los delegados en la trigésima CdP se pusieron de acuerdo en Kyoto sobre un protocolo – formalmente entrado en vigor en 2005 – que comprometía a los países industrializados, mencionados en el Anexo I, a reducir de aquí al 2012 sus emisiones globales de GDI (Gas de Efecto Invernadero) en una media de 5,2% por debajo de sus niveles de 1990. Además, este acuerdo organizaba un sistema internacional de verificación y preveía la instauración de mecanismos de sanción. Las discusiones llevadas a cabo en el marco de la conferencia de Bali en diciembre de 2007 (CdP 13) han acabado por otra parte en la adopción del PAB (Plan de acción de Bali) como en un proceso bienal – la Hoja de ruta de Bali – que fijaba una fecha tope para la terminación de las negociaciones durante la CdP15 en Copenhague.

Al respecto, la orientación dada obedecía a un enfoque supranacional, marcado por la fuerza de un peritaje transnacional (GIECC), la legitimidad del sistema de la ONU y la unidad europea. Hasta el punto de que la administración Clinton firma el protocolo de Kyoto, sin obtener posteriormente la rectificación del Congreso. Este tratado cuenta hoy en día con 189 partes; e incluso si los Estados-Unidos reconocen a partir de ahora el rol de los GEI sobre el clima y la salud, siempre rechaza la lógica de Kyoto exigiendo un objetivo global repartido entre los países, en proporción a sus responsabilidades pasadas y actuales. En cuanto a los países emergentes – de los que figuran en primera fila Brasil, China e India – y los PMA (Países Menos Avanzados), ante todo quieren hacer respectar su derecho al desarrollo. Para hacerlo, no dudan en utilizar las organizaciones internacionales para corregir las disparidades económicas, sociales y territoriales entre los países industrializados y los PED (Países en Desarrollo). En este caso, el Acuerdo de Copenhague aparecía principalmente como el producto de esa relación de fuerzas y registra la búsqueda de una redistribución mundial de la autoridad política.

Marco teórico

La conclusión de este acuerdo y los compromisos realizados por los Estados al 31 de enero de 2010, reenvían a dos conceptos estrechamente ligados.
1. El multilateralismo. Lejos de reducirse a la descripción de una nueva configuración interestatal, indica más bien la emergencia de una nueva gobernanza mundial, fragmentada e hibrida. Asociando actores privados y públicos, Estados y sociedades civiles, superponiendo lo micro y lo macro, este ultimo es el centro de investigaciones y discursos sobre una supuesta democratización de las relaciones internacionales. Sin embargo, parece que esta dinámica comprende varios procesos ambiguos y compromete, al respecto, visiones del mundo extremadamente heterogéneas. Así, el multilateralismo puede ser considerado, como un recurso ideológico y operacional a disposición de los actores internacionales.
2. Los BPM (Bienes Públicos Mundiales). Antes de representar un interés mayor en las relaciones internacionales, los BPM aparecen como el producto original de una construcción social cobra sentido en una visión integrada – incluso sacralizada – al desarrollo, tanto en el espacio que en el tiempo. Al respecto, un peritaje y un conocimiento transnacionalizados constituyen tanto una condición de posibilidad como las herramientas privilegiadas de evaluación de un proceso objetivo. No obstante, esta racionalidad contemporánea entra a veces violentamente en conflicto con los marcos históricos de soberanía pública y privada estrechamente circunscriptos.

Análisis

Un gran número de observadores estima que la cumbre de Copenhague no ha conducido nada más que a un acuerdo minimalista, sacrificando el interés general de la Humanidad. En efecto, rompe brutalmente con el espíritu de Kyoto. Desde luego, confirma el séptimo principio de la Declaración de Río (1992) relativo a las “responsabilidades compartidas y diferenciadas” de los Estados, sólo reconoce la proposición del GIECC de limitar el aumento de las temperaturas a 2°C. Además, no prevé ningún mecanismo internacional de verificación y de sanción. Hay que señalar que en diciembre de 2009 ningún país lo ha firmado y la Asamblea plenaria de la CMNUCC se ha contentado simplemente de tomar nota.

Sin embargo conviene dejar atrás esos enfoques normativos para delimitar mejor los principios de organización y las líneas maestras de una nueva gobernanza mundial – particularmente del medio ambiente – que todavía están vigentes. En general, el Acuerdo de Copenhague, que tiene lugar 16 meses después de la caída de Lehman Brothers, marca una etapa importante en la redefinición de las esferas públicas y privadas. En vez de estigmatizar el individualismo estado-nacional, convendría mejor analizar en que medida la crisis económica y financiera – y las nuevas relaciones que se establecieron entre organizaciones internacionales, sistemas bancarios y gubernamentales – ha acelerado la hibridación de los marcos de gobernanza y ha contribuido a volver más heterogéneos los intereses de actores cada vez más numerosos y competidores. Así, las estrategias de las negociaciones de los Estados expresan visiones del mundo más específicas y en consecuencia, difícilmente conciliables. Finalmente, la ausencia de transparencia durante las negociaciones de Copenhague – los países en desarrollo han sido apartados, mientras que las ONG no podían acceder al centro de conferencias – ha contribuido a crispar las posiciones de cada uno y a fragilizar las posiciones más ambiciosas.

Se trata más de la dificultad de establecer un régimen multilateral integrando todas las partes a las que concierne: las firmas, las colectividades locales o las ONG, que de la caída del sistema interestatal propuesto por la ONU que. Además, incluso si las reflexiones de la CMNUCC se fundaban sobre los trabajos del GIECC después de la 1 ª CdP en Berlín en 1995, la crisis de legitimidad de éste último, debilita considerablemente su autoridad. Por consiguiente la adopción de un instrumento jurídicamente vinculante y que se impone a todos los Estados sigue siendo inviable. Invirtiendo la lógica que había prevalecido en Kyoto – y extraer lecciones de su fracaso ya que ni siquiera se alcanzó el objetivo del 5%–, el Acuerdo de Copenhague define un marco de cooperación fundado sobre la flexibilidad y el voluntarismo. Como lo evidencia la diversidad de compromisos asumidos por los Estados al respecto – transmitidos a la CMNUCC el 31 de enero de 2010 – que permite proyectar un descenso de 13,3% a 17,9% de las emisiones de los países industrializados para el 2020 con respecto a los niveles de 1990, muy lejos del 25 al 40% considerados como necesarios por el GIECC en su 4° reporte (2007). Europa también ha programado una disminución del 20% con respecto a 1990, los Estados-Unidos del 17% a 2005 (es decir, 4% con respecto a 1990), Rusia del 25% con respecto a 1990 (es decir, un alza de 13,5% con respecto a 2007), China una reducción de la intensidad de carbono del 45% con respecto a 2005 y de la India del 24%.

El multilateralismo debe ser ante todo entendido como una nueva vía de oportunidades y de expresión de estrategias individuales. A este respecto, la cumbre de Copenhague establece una nueva arquitectura de la escena mundial y el Acuerdo, un dispositivo mundializado de consentimiento.

Referencias

Kaul Inge, Grunberg Isabelle, Stern Marc (Ed.), Global Public Goods. International Cooperation in the 21st Century, New York, Oxford University Press, 1999.
Keohane Robert O. (Ed.), International Institutions and State Power, Boulder, Westview Press, 1989.
Kindleberger Charles P., The International Economic Order. Essays on Financial Crisis and International Public Goods, Berkeley, University of California Press, 1986.
Knight Andy, A Changing United Nations: Multilateral Evolution and the Quest for Global Governance, New York, Palgrave, 2000.
Petiteville Franck, Le Multilatéralisme, Paris, Montchrestien, 2009.

PAC 14 – La salud pública en la época del capitalismo filantrópico La inversión en los PVD por parte de la Fundación Gates

Por Clément Paule

Traducción : Daniel Del Castillo

Passage au crible n°14

Durante la reunión anual del Foro Económico Mundial de Davos, el 29 de enero de 2010, Bill y Melinda Gates anunciaron que su fundación financiaría la investigación, desarrollo y distribución de nuevas vacunas en los PVD (Países en Vía de Desarrollo) por un monto de 10 mil millones de dólares hasta el 2020. Según el ex presidente y director general de Microsoft, esta inversión debe permitir una considerable reducción de la mortandad infantil relacionada con las enfermedades infecciosas. De esta manera, el hombre más rico del mundo según la clasificación Forbes de 2009 provee contribuir a la mejora de la salud pública mundial, gracias a su fundación creada en 1999. La Fundación Bill & Melinda Gates se presenta en efecto como la primera organización filantrópica del planeta, ya que dispone de un capital de operaciones estimado, en septiembre de 2009, en 34 mil millones de dólares. En tan solo diez años, este actor privado se impuso a nivel internacional como un interventor mayor de las políticas sanitarias. Tanto es así, que sus contribuciones anuales en este ámbito que ya excedían los mil millones de dólares en el 2007 superan el presupuesto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y financiaciones bilaterales de muchos Estados.

Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico

Este modelo de organización filantrópica, unido al patrimonio de un jefe de industria, se ha desarrollado particularmente en los Estados Unidos desde hace más de un siglo. Ciertas características de este país, como el papel jugado por el Estado, el sector asociativo no lucrativo – non-profit sector o third sector – y también la ética protestante son el pan de cada día. En efecto, el enriquecimiento masivo de una generación de empresarios norteamericanos a finales del siglo XIX permitió el surgimiento de estos actores privados. Tres organizaciones el – big three – encarnan esta primera etapa filantrópica: se trata de las fundaciones Carnegie, Rockefeller y Ford, fundadas respectivamente en 1911, 1913 y 1936. Éstas se diferencian de la caridad tradicional por su voluntad de racionalizar la donación y la amplitud de sus operaciones. Invirtiendo a través de subvenciones destinadas a la educación, el mantenimiento de la paz o la medicina, estas fundaciones rápidamente conocieron una difusión mundial. Acusadas al principio de favorecer la evasión fiscal, las fundaciones también fueron inculpadas de propagar el imperialismo cultural de los Estados Unidos. Al respecto, las investigaciones llevadas a cabo sobre el big three demostraron, entre otras cosas, la influencia de sus miembros en la política exterior de los Estados Unidos. Hoy en día, las fundaciones perduran e incluso, han aumentado sus fondos de operaciones; en 2008, la Fundación Ford disponía, por ejemplo, de más de 11 mil millones de dólares.

A pesar de que esta primera filantropía supo adaptarse a las evoluciones del siglo XX, actualmente se encuentra aventajada por otra generación de fundaciones privadas. Éstas emanan de una aristocracia financiera de formación reciente, compuesta de empresarios que aprovecharon las nuevas tecnologías y la falta de regulación de los mercados: Bill Gates, la familia Walton o Eli Broad son los modelos más emblemáticos. En cuánto a Warren Buffet, éste se comprometió a ceder el trozo más grande de su fortuna a la Fundación Gates durante varios años, a razón de 30 mil millones de dólares aproximadamente. Tal concentración financiera le permitió al ex presidente y director general de Microsoft invertir masivamente en un programa sanitario destinado a los PVD. Recordemos, sin embargo, que la implicación de estos actores filantrópicos en este medio no es una novedad. ¿No fue en los laboratorios de la Fundación Rockefeller que Max Theiler laureado del Premio Nóbel de Medicina en 1951 perfeccionó la vacuna contra la fiebre amarilla en 1937? No obstante, las financiaciones masivas de los Gates durante más de diez años suponen un salto cuantitativo considerable.

Marco teórico

1. El capitalismo filantrópico (venture philanthropy). Los nuevos empresarios sociales, como los Gates, racionalizaron el third sector importando las técnicas empresariales de las firmas de capital-riesgo. Esta doctrina se opone a la filantropía tradicional, a la que critica su torpeza burocrática. Al respecto, insiste en la flexibilidad, evaluación y retorno sobre la inversión social.
2. La diplomacia de un actor privado. Desde su creación, la Fundación Gates originó innovaciones mayores en el ámbito sanitario. Aunque las Organizaciones Internacionales y los Estados aún son los principales actores del sector, las contribuciones financieras del gigante filantrópico le permiten llevar a cabo una verdadera diplomacia. Pero este impacto normativo induce efectos sobre las formas y contenidos de las políticas internacionales en materia sanitaria.

Análisis

El poderoso ascenso de la Fundación Gates no puede explicarse sin tomar en cuenta una nueva postura de la OMS, elaborada durante los años noventa. Frente a las dificultades presupuestales y divisiones internas, la Organización Internacional escogió en ése momento una estrategia de abertura hacia los actores privados, que asociara a las grandes fundaciones con las instituciones internacionales, en el marco de la cooperación público-privado. Pero desde entonces, ésas nuevas sociedades determinaron a escala mundial el sentido y aplicación de los programas sanitarios, especialmente en la lucha contra las enfermedades infecciosas. Por su lado, la Fundación Gates se mostró omnipresente en el centro de estos organismos, participando en el Fondo Mundial De lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria. También jugó un papel decisivo en la creación de la GAVI (Global Alliance for Vaccines and Immunization), atribuyéndole una donación de 750 millones de dólares. Sin embargo, la inversión de los Gates no se reduce a la participación financiera ya que sus expertos residen en los Comités de Directores de Cooperación. Además, la Fundación sostuvo la puesta en marcha de nuevos mecanismos financieros como el IFFI (International Finance Facility for Immunization), capaces de llamar la atención de la industria farmacéutica sobre la investigación de nuevas vacunas.

La estrategia sanitaria promovida por Bill Gates radica en la inmunización general a favor de los PVD, solución que es considerada como rentable y eficaz. Con esto, el ex director de Microsoft vuelve a lanzar iniciativas que ya habían fracasado anteriormente cuando, en el 2008, incluso se refirió a una posible erradicación de la malaria. En este sentido, esta posición fue criticada por ser demasiado conservadora, según los especialistas de la salud pública y del desarrollo, que la tildan de ideología técnica. Para ellos, ésta visión vertical omitiría los aspectos políticos y socio-económicos de las realidades locales. A esto hay que sumarle que ciertas personalidades científicas se inquietan a causa de la influencia de un actor privado capaz de imponer hasta tal punto sus prioridades. El director del Programa de Lucha contra el paludismo de la OMS se quejó así, en el 2007, de la presión ejercida por la Fundación Gates para la aceptación del controvertido programa IPT (Intermittent Preventive Therapy). De manera general, la incursión del gigante filantrópico en la gobernanza sanitaria mundial amenaza con transformar las políticas nacionales de la salud en los PVD. En lo que a esto concierne, semejante apuesta por la vacunación tiene consecuencias innegables ya que puede provocar un desequilibrio en la oferta sanitaria, nocivo por ejemplo para los cuidados obstétricos y nutricionales, que son menos mediáticos.

Si bien los aportes financieros de la Fundación Gates son cumplimentados por bastantes observadores, también suscitan algunas de las mismas reservas que ya fueron dirigidas a las organizaciones creadas, en su tiempo, por Rockefeller y Ford. Dentro de esta misma lógica, el discurso tecnológico y empresarial del capitalismo filantrópico podría disimular un nuevo despliegue del soft power norteamericano. Sin ensalzar a los Gates ni sus intenciones, es necesario recalcar que su contribución favoreció la cooperación público-privado, además de los mecanismos híbridos de financiación. Pero éste dispositivo forma una nueva legitimación del mercado.

Referencias

Abélès Marc, Les Nouveaux riches. Un ethnologue dans la Silicon Valley, París, Odile Jacob, 2002.
Guilbaud Auriane, Le Paludisme. La lutte mondiale contre un parasite résistant, París, L´Harmattan, 2008. Col. Chaos International.
Muraskin William, « The Global Alliance for Vaccines and Immunization : is it a New Model for Effective Public-Private cooperation in International Public Health ? », American Journal of Public Health, 94 (11), Nov. 2004, Págs. 1922-1925.
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Fondations Philanthropiques et Coopération pour le Développement, Nota de los Documentos del CAD, 4(3), 2003.
Piller Charles, Smith Doug, « Unintended Victims of Gates Foundation Generosity », Los Angeles Times, 16 de Diciembre de 2007, en la página Web : http://fairfoundation.org/news_letter/2008/01march/criticism_of_gates_foundation.pdf [6 de Febrero de 2010].

PAC 13 – Cuando la necesidad es ley La Conferencia de Reconciliación Nacional por Afganistán : Londres, 28 de enero de 2010

Por Hervé Pierre

Traducción : Daniel Del Castillo

Passage au crible n°13

« Debemos tender una mano a todos nuestros compatriotas, en especial a nuestros hermanos decepcionados que no son miembros de Al-Qaeda ni de ninguna otra organización terrorista », declaró Hamid Karzai frente a los delegados de 70 países reunidos en Londres, el 28 de enero de 2010. La opción de la reconciliación, iniciada desde el 2003 por un presidente afgano que ya distinguía a los buenos de los malos talibanes, se convirtió en una prioridad política para Kabul en el 2009. Se espera que esta reorientación estratégica se refleje en la convocatoria, durante la primavera de 2010, de una gran asamblea tradicional (Loya Jirga). También debe favorecer la creación de un fondo de 358 millones de euros, que permitan disuadir a los más pobres de participar en la insurrección.

Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico

En 1979, la invasión soviética tuvo lugar después de la destitución del presidente Daud, por parte de la insurrección comunista. La invasión provoca el surgimiento de diferentes grupos de resistentes que reciben, por parte de los Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría , un sustancioso amparo. Sin embargo, la relativa unidad de los movimientos de muyahidines no perdura después del repliegue del Ejército Rojo, llevado a cabo desde 1989. La situación rápidamente se torna anárquica y las rivalidades entre los jefes provocan una gran cantidad de víctimas civiles. A partir de 1992, varios estudiantes (taleb) que pretenden restablecer el orden y la justicia, se agrupan en zonas tribales pakistaníes alrededor del mollah Omar. Sus victorias militares se multiplican para culminar en 1996, con la toma de Kabul. El nuevo régimen que no es necesariamente antioccidental en sus orígenes se radicaliza rápidamente al contacto con Ben Laden. Se desarrolla entonces un programa político exclusivamente fundamentado sobre la charía y se favorece por completo a la etnia pachtune.

Dominada por los tayikos, la Alianza del Norte revoca con el soporte brindado por los Estados Unidos al gobierno talibán en el 2001, cuya derrota de Kandahar en el 2002 sella su fin. Desde el 2003, la insurgencia toma progresivamente el relevo. Está compuesta por una multitud de grupos rivales que únicamente comparten la voluntad de resistirse a cualquier forma de injerencia exterior. Las orientaciones de éstos últimos siguen siendo muy diversas, y el pragmatismo de algunos líderes convertidos al movimiento talibán bastante tarde siempre es advertido. En el 2003, The Economist evocaba por primera vez la existencia incluso de un movimiento neo-talibán, para describir aquello que investigadores como Amin Tarzi consideraban entonces como un fenómeno completamente nuevo.

Marco teórico

El discurso preformativo, destinado a satanizar al adversario, es paradójicamente útil para los intereses de los dos grupos involucrados en la lucha absoluta. Este discurso no deja por ende lugar para una tercera opción, que buscaría distinguir a los buenos de los malos.

1. El discurso preformativo. J. L. Austin demostró que ciertos discursos no cumplen con una función descriptiva o informativa, sino que más bien constituyen actos por sí mismos. Atribuirles, hoy en día, a los rebeldes afganos el nombre de talibán es suponer que existe una unión de facto entre los grupos combatientes, y que podríamos establecer una relación histórica con el movimiento que dirigió a Afganistán de 1996 al 2001. Además, la fuerte carga emocional del término representa un arma política tan útil para los que reivindican el movimiento, como para aquellos que lo combaten obstinadamente.
2. La satanización. El adversario es percibido como un todo homogéneo, definido negativamente y contrario a otro modelo. Originalmente, este punto de vista simplista y deforme de la realidad, clásicamente analizado por Robert Jervis, tiene tendencia a sobrestimar sus propias referencias, lo que conduce a negar por falta de empatía la pertinencia, incluso la existencia misma de raciocinios diferentes. Limitado a una supuesta esencia, el Otro encarna únicamente la imagen del Enemigo irreductible, catalizador de todos los miedos, angustias y fantasmas.

Análisis

El proceso de reconciliación, por medio de la reintegración al juego político de una fracción de talibanes, marca una evolución considerable ya que demuestra una observación más profunda de esta insurgencia dividida. Si llegara a concretarse, la política de la mano tendida podría doblar las campanas de los talibanes, tanto en el sentido literal la liquidación de los efectivos combatientes , como en el figurado, con la erradicación de toda unicidad en el discurso. Sin embargo, esta evolución se enfrenta a grandes dificultades.

1. El credo de la guerra contra el terrorismo. El ascenso de una política de reconciliación nacional muestra más la debilidad percibida por todos los actores del terreno afgano , que la fuerza del presidente Karzai. Éste último cuya popularidad y credibilidad bien iniciadas se vieron afectadas por el simulacro que fueron las elecciones democráticas de agosto de 2009 sostiene relaciones muy tensas con el gobierno de Obama. La perspectiva de una drástica reducción de las fuerzas de la Coalición a comienzos de 2011 no le deja más camino que el de reforzar sus propios efectivos. Más que desarmar al dushman (bandido), el ejecutivo afgano pretende sobre todo conquistar un poderío apto para modificar el balance de la fuerza. Dentro de esta misma lógica, la reconciliación por la paz se presenta entonces como un señuelo, un cálculo político del presidente Karzai, dirigido únicamente a fortalecer su posición personal en un contexto de guerra.
Satanizar al adversario justifica el combate, la demanda de fondos y los refuerzos de tropas. Supone igualmente el apoyo incondicional de las opiniones públicas, ya que el enemigo local está conectado a una guerrilla transnacional cuyo cerebro, el mollah Omar, incluso Ben Laden, sería su fundamento. En respuesta a las propuestas del presidente Karzai, la Secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton escogió agitar el espectro del regreso al oscurantismo religioso, prefiriendo asignarle una esencia al talibán, en vez de reconocerle una parte de razón. Buscando defender esta política de proximidad, Hillary Clinton finalmente declaró que « no se hace la paz con sus propios amigos »”. Implicados en una guerra total contra el terrorismo internacional, los Estados Unidos dividen entonces al mundo en dos grupos que se excluyen mutuamente, y no dejan lugar para ninguna tercera opción.
2. El conflicto, como un recurso rentable. A nivel micro, cualquier inadaptado que se ofrezca a portar a bajo costo el calificativo de talibán, obtiene un reconocimiento local que no es comparable con la realidad de su poder. De esta manera, el dushman del valle de Tagab explica su disputa local y oportunista desde una mirada mitológica, que excede su entendimiento. Pero tal postura le procura sostenimiento logístico y una gran repercusión. A nivel macro, los líderes del yihadismo mundial, exiliados en las zonas tribales pakistaníes, catalizan y se apoderan de las diversas formas de violencia social, que luego transforman en un recurso rentable sobre el plano mundial. De allí que las propuestas de Londres sean rechazadas en conjunto por aquellos que hacen de la lucha contra Occidente, una fuente de ingresos. Al respecto, el Consejo de comando de los talibanes claramente indicó, el 28 de enero, que “los intentos del enemigo por comprar a los muyahidines ofreciéndoles dinero y empleos para que abandonen la Yihad eran vanos”.

La solución al problema afgano vía la reconciliación nacional difícilmente logra disimular sus ambigüedades. En efecto, esta política es promovida por deducción, defendida a falta de otra mejor, incluso declinada por todos los protagonistas principales. En lo que a esto concierne, el comunicado final de la conferencia de Londres es muy revelador ya que a pesar de la cantidad de discusiones sobre el tema no menciona sino una vez la palabra misma: reconciliación.

Referencias

Tarzi Amin, Crews Robert D., The Taliban and The Crisis of Afghanistan, Cambridge, Harvard University Press, 2008.
Austin John, Quand dire, c´est faire, trad., París, Seuil, 1970.
Ledgard Jonathan, « Taking on The Warlords… », The Economist, 22 de mayo de 2003.
Jervis Robert, Perception and Misperception in International Politics, Princeton, Princeton University Press, 1976.