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PAC 103 – La subversión transnacional de los informantes Las lealtades de Edward Snowden, un caso paradigmático

Por Adrien Cherqui

Traducción Ulises Aquino Jiménez

Passage au crible n°103

SnowdenSource: Flickr

De acuerdo con los archivos de la NSA (National Security Agency) develados por Edward Snowden en julio 2013, más de dos mil millones de correos y llamadas telefónicas provenientes de Brasil, habrían sido interceptadas por Estados Unidos durante cerca de diez años. De hecho, ese país sería uno de los objetivos principales del programa PRISM (Planning Tool for Resource Integration, Synchronization, and Management) además de Rusia, China, Irán y Pakistán.

El 17 de diciembre 2013, el whistleblower (informante), Edward Snowden publicó una carta abierta en el periódico Folha de S. Paulo. Dirigiéndose al « pueblo brasileño », se declaró estar listo a « contribuir » con las investigaciones del Senado. Pero refugiado en Rusia desde el 31 de julio 2013, él señala que « hasta que un país [le] otorgue asilo político permanente, el gobierno estadounidense va a interferir en [su] capacidad de expresarse ».

Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico

Los whistleblowers se benefician de una cobertura mediática sin precedentes desde las divulgaciones del sitio de Internet WikiLeaks. Inspirándose en la Declaración Universal de los Derechos humanos (artículo 19) y apoyando una protección de la libertad de expresión, esta asociación ha revelado innumerables datos. En 2010, la organización puso en línea cerca de 400,000 documentos secretos relativos a la guerra en Irak, más de 90,000 War Logs, es decir, reportes confidenciales del ejercito estadounidense sobre las operaciones de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en Afganistán. Finalmente, hizo públicos 250,000 cables diplomáticos provenientes del Departamento de Estado. Al comienzo de estas filtraciones, el soldado estadounidense Bradley E. Manning fue condenado entonces a treinta y cinco años de prisión.

El año 2013 marca igualmente un cambio decisivo para la administración estadounidense. En efecto, el antiguo analista de la NSA, Edward Snowden, actualizó múltiples programas de vigilancia masiva piloteadas por esta agencia como XKeyscore o PRISM haciendo posible la colecta de diversos datos. Tras estas revelaciones, Martin Schulz, el presidente del Parlamento Europeo, estimó que “eso afectaría considerablemente las relaciones entre la Unión Europea y los Estados Unidos”. Múltiples países aliados de la potencia estadounidense como Francia, Alemania y China habrían sido vigilados por la NSA, la organización responsable del servicio secreto de origen electromagnético. Recordemos por ejemplo que las llamadas telefónicas de Angela Merkel, la actual Canciller alemana, fueron objeto de este espionaje.

Frente a las numerosas condenas de estos informes, un reporte de expertos mandados por la Casa Blanca, entregado el 13 de diciembre 2013, estima que la NSA debe cambiar sus prácticas en materia de vigilancia. Dentro de las 46 recomendaciones presentes en este documento, los especialistas promueven una mejor cooperación entre los Estados Unidos y sus “aliados próximos” antes de continuar diciendo que “algunas de las autoridades que fueron creadas o desarrolladas al calor del 11 de septiembre sacrifican indebidamente los intereses fundamentales de libertades individuales, de vida privada y de gobernanza democrática”.

Marco teórico

1. La ruptura del secreto como repertorio de acción. Estructurando las interacciones entre diferentes unidades políticas, el secreto sigue estando en el centro de las relaciones interestatales. Es el disimulo de la información lo que le confiere toda su importancia. Amenazando el monopolio del Estado sobre esos informes y haciéndolos transitar libremente por Internet, via numerosos medios, les whistleblowers han por lo tanto forjado un repertorio de acción poderoso e innovador que inscribe de manera significativa su contestación en el marco del espacio público.
2. La transparencia, elemento constitutivo de una nueva lealtad. La acción simbólica de estos proveedores de datos confidenciales está fundada sobre la exigencia de absoluta transparencia en la conducta diplomática y gubernamental de las democracias. Pero este imperativo, o fundamento de su ideología, conduce a un sistema de descalificación de los sistemas de lealtad dominantes.

Análisis

Las revelaciones mundiales del informante Edward Snowden podrían rápidamente pasar por un simple epifonema. Sin embargo, corresponden contrariamente a un movimiento profundo e irreversible. En efecto, los individuos se inmiscuían anteriormente en los asuntos internacionales y entraban en ocasiones en competencia frontal con los Estados. Desde el asunto WikiLeaks, estos nuevos participantes se han vuelto ilustres divulgando numerosas informaciones. Poniendo en marcha una nueva forma de contestación, el leak, Julian Assange, Bradley Manning y Edward Snowden se han convertido en modelos de la libertad de expresión.

Violando el monopolio de los Estados Unidos sobre su información clasificada, el repertorio de acción de los informantes desacraliza la autoridad estatal. Su información da a notar un mundo plagado de turbulencias en las cuales los Estados están luchando con las redes de individuos, verdaderas fuerzas subyacentes constituyendo un nuevo poder basado en el conocimiento y el control de la información. Este fenómeno corresponde a lo que Joseph Nye califica como cyberpower. Dicho de otra manera, se refiere a la capacidad de algunos para movilizar el ciberespacio, y más allá para ser capaz de utilizar sus herramientas específicas. Estos skillful individuals se constituyen entonces en un contrapoder e interfieren en las relaciones interestatales. Recordemos a manera de ilustración que el proceso de negociación sobre el acuerdo de libre comercio trasatlántico se vio amenazado. Igualmente, después de las revelaciones de Edward Snowden, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, suspendió una visita oficial a Washington y condenó este espionaje americano ante la Asamblea General de la ONU.

Pero tratar sobre el secreto supone asociarlo necesariamente al concepto de lealtad. A este respecto, señalemos el punto en común que reúnen Bradley Manning y Edward Snowden: el primero era un analista militar, mientras que el segundo trabajó sucesivamente para la CIA y la NSA. Los dos trabajaban entonces para la administración estadounidense. De esta manera, si bien ellos no respetaron sus compromisos de reserva y confidencialidad hacia sus instituciones respectivas, se mantuvieron sin embargo fieles a su causa y a sus ethos fundados sobre la transparencia. Esta desobediencia civil responde a un sistema referencial que vuelve inoperante la sola lealtad que ellos manifiestan hasta entonces hacia su Estado. Esta forma de contestación pone de manifiesto el hecho de que claramente se han convertido en “actores fuera de la soberanía”, capaces de desacralizar el poder público. En otras palabras, tenemos claramente un conflicto de lealtades. Aunque evaden sus funciones primarias como analistas al servicio de agencias gubernamentales y de la armada y aunque hayan cometido deserción, la acción de estos whistleblowers de hecho sigue siendo de acuerdo a sus valores. Así, los sistemas de lealtad hacia la instancia estatal se encuentran descalificados por el rechazo a acordar la más mínima opacidad y la mínima inmunidad a los gobiernos. Esto nos muestra cuanto los informantes sobrepasan y contradicen actualmente el simple marco estatal. Ante todo, inscriben sus intervenciones en el marco de una sociedad civil mundial en el corazón de la cual se ha configurado este modelo de movimiento protestatario transnacional. En su seno, se han estructurado nuevas configuraciones de actores defendiendo los derechos humanos, las libertades públicas y un Internet libre; lo que los incita al mismo tiempo a estigmatizar todas las desviaciones autoritarias de los regimenes democráticos. No hace falta decir que los whistblowers toman parte en esta dinámica. Así, constatamos actualmente, una fuerte interdependencia entre esos activistas y los medios de comunicación como el The Guardian, el New York Times, Le Monde, Der Spiegel, El País o incluso el periodista Glenn Greenwald, participantes que disponen de los recursos necesarios para el análisis, la organización y la difusión de estas filtraciones.

Referencias

Alastdair Roberts, “WikiLeaks : L’illusion de transparence”, Revue Internationale des Sciences Administratives, 78 (1), 2012, p. 123-140.
Dewerpe Alain, Espion : Une anthropologie historique du secret d’État contemporain, Paris, Gallimard, 1994. Coll. Bibliothèques des Histoires.
Gomart Thomas, “Écrire l’histoire des relations internationales après WikiLeaks”, Revue des deux mondes, mai 2011, p. 83-94.
Hayes Graeme, Ollitrault Sylvie, La désobéissance civile, Paris, Presses de Sciences Po, 2013. Coll. Contester.
Laroche Josepha (Éds.), La Loyauté dans les relations internationales, 2e éd., Paris, L’Harmattan, 2011. Coll. Chaos International.
Laroche Josepha, “La désacralisation du monopole diplomatique des États”, in : Josepha Laroche (Éd.), Passage au crible de la scène mondiale 2011, Paris, L’Harmattan, 2012, pp. 35-38.
Rosenau James N., Turbulence in World Politics: a Theory of Change and Continuity, Princeton, Princeton University Press, 1990.
Simmel Georg, Secret et sociétés secrètes, [1908], trad., Paris, Circé, 1998.