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PAC 19 – La estatalización de la acción humanitaria La problemática de los actores no-gubernamentales después del seismo en Haití

Por Philippe Ryfman

Traducción : Daniel Del Castillo

Passage au crible n°19

Con una magnitud de entre 7,0 y 7,3, el seismo ocurrido en Haití el 12 de enero de 2010 se presenta como uno de los más importantes de los últimos veinticinco años. El coste humano se eleva como mínimo a 230 000 muertos, 300 000 heridos y 1,2 millones de desalojados en la capital y ciudades vecinas. Además, se cuentan 750 000 desplazados en las provincias. En cuánto a la destrucción material, ésta alcanzaría el 120% del PIB anual. Ante una catástrofe de tal magnitud, el despliegue en la isla de las agencias humanitarias, fue masivo. Sin embargo, hubo que tener en cuenta la saturación del aeropuerto de Puerto Príncipe, el bloqueo del puerto, la destrucción de las infraestructuras centrales y las intervenciones de una administración poco eficaz.

Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico

El sistema internacional de ayuda humanitaria se caracteriza desde los años noventa, por una gran diversidad de actores entre los que se encuentran las ONG, el Movimiento de la Cruz Roja, las agencias de las Naciones Unidas y los Estados.

Contrariamente a las ideas preconcebidas, una catástrofe natural siempre incluye una dimensión eminentemente política. Ésta pone en evidencia la mayor o menor capacidad de un país para enfrentarse a ella, ya sea a través del aparato estatal o la sociedad civil. El temblor de tierra del 27 de febrero de 2010 en Chile, lo demuestra a contrario. En le ámbito regional, en el caso haitiano mencionaremos el considerable esfuerzo realizado por la República Dominicana, respecto al tradicional mal estado de las relaciones entre los dos países. Recordemos también el papel jugado por Brasil, que contrasta con la casi ausencia de México, sin embargo más próximo geográficamente. Por último, en la combinación de lo regional y lo internacional, la intervención masiva de los Estados Unidos permanecerá como el elemento central. No obstante, el posicionamiento de algunas partes implicadas en el sistema de ayuda, el contexto y el desarrollo de la crisis misma, conllevan al riesgo de que la acción humanitaria conozca una reconfiguración en el futuro.

Marco teórico

1. Los actores transnacionales privados – las ONG y el Movimiento de la Cruz Roja – o públicos las agencias de las Naciones Unidas, la Unión Europea ocupan desde hace tiempo una posición preeminente en el ámbito humanitario. Después del tsunami de diciembre de 2004, y a pesar de las interacciones y asociaciones habituales, la idea de una coordinación reforzada y racional entre los diferentes actores humanitarios se ha impuesto progresivamente. Esta medida permitiría en efecto, una mejor estimación de las respuestas de ayuda, al mismo tiempo que evitaría una duplicación de las intervenciones, maximizando de esta manera el óptimo funcionamiento de la red.
2. Esta premisa de una gobernanza mundial humanitaria se realizó con el auspicio de la Organización de Naciones Unidas, encargada de dirigir el conjunto del dispositivo internacional.

Análisis

Desde el 2005, se promovió en primer lugar una reconfiguración por sectores claves o clusters correspondientes a grandes ámbitos operacionales o transversales. A continuación, un segundo impulso se concentró en la reorganización de la financiación, con la creación de una estructura financiera, el CERF (Central Emergency Response Fund) cuyo objetivo es el de reemplazar los sistemas de solicitud de fondos, característicos de cada agencia de las Naciones Unidas. Por otro lado, la Secretaría General – junto a su Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) tiene vocación de supervisar todo el sistema.

En Haití, a pesar de todo, estos mecanismos de coordinación tuvieron serias deficiencias, como admitió el Secretario General adjunto de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, John Holmes. Por otro lado, dichos mecanismos tuvieron competidores, incluso fueron suplantados por la acción humanitaria de Estado, principalmente la de Estados Unidos. Sobre todo, si tenemos en cuenta que ésta última se desplegó principalmente alrededor de un eje militar-humanitario. No obstante, esta decisión norteamericana nos parece preocupante. En primer lugar, porque esta fórmula ya se probó a comienzos de los años noventa y fue rápidamente abandonada por razones prácticas. Una serie de fracasos desde Somalia hasta Ruanda demostraron su ineficacia. Pero también porque indujo a un cuestionamiento de los fundamentos y principios que rigen la acción humanitaria. Lo que subsistió de esta estrategia especialmente desde el 2001, los Provincial Reconstruction Teams (PRT) en Afganistán, confirmó su carácter discutible. En segundo lugar, esta presencia militar-humanitaria no es aquella del caballero blanco que desembarca en un territorio carente de toda ayuda. En efecto, incluso antes de su despliegue, las ONG haitianas o internacionales como Médicos Sin Fronteras (MSF), Acción contra el Hambre (ACF) y CARE ya habían socorrido a la población en el marco del CICR (Comité Internacional de la Cruz Roja) y varias Cruz Rojas nacionales. La única rama francesa de MSF (Médicos sin fronteras), desplegó en unos cuantos días en Haití por ejemplo, cuatros hospitales en containers y estructuras inflables, y desde enero, se han atendido a varios miles de heridos. En cuanto a ACF, ésta brinda asistencia diaria a 100 000 personas gracias a sus programas de Agua-Saneamiento-Higiene (WASH). Finalmente, Solidarités, Oxfam, CARE, la Cruz Roja francesa y diversas agencias de las Naciones Unidas jugaron y juegan aún hoy en día un papel clave en el ámbito de los desalojados y desplazados.

La rapidez con la que los Estados discutieron la reconstrucción en el ámbito internacional durante la Conferencia de Nueva York del 31 de marzo de 2010 parece acreditar la idea de que la crisis humanitaria habría llegado a su fin. Pero dicha crisis continúa ya que el contexto de post-urgencia no puede limitarse a simples factores técnicos la cantidad de desalojados, heridos, desplazados internos hacia otras ciudades o el campo, edificios destruídos ni tampoco a una duración de algunas semanas. La crisis va a durar varios meses, incluso uno o dos años. Las necesidades humanitarias a corto plazo siguen siendo considerables y actualmente la prioridad consiste en preveer y asignar un presupuesto a las financiaciones, así como a los Recursos Humanos y materiales que permitan enfrentarlas. Existe entonces un peligro real al observar el período de lluvias, tormentas tropicales y ciclones como factores agravantes. Esto significa que la reconstrucción de Haití supone que toda la población civil se implique en ello, a través de las ONG pero también de las asociaciones de la diáspora, tanto como de las sociedades civiles de los socios internacionales.

Este temblor de tierra, finalmente, ha puesto en evidencia un tema que durante mucho tiempo ha sido subestimado y que debería de ahora en adelante figurar en la agenda internacional. En un planeta cada vez más urbanizado y poblado 25 ciudades de más de 10 millones de habitantes en 2025, entre las cuales 10 tendrán más de 20 millones de habitantes este tipo de catástrofe provocará en los próximos decenios pérdidas humanas y materiales considerables, particularmente en los países pobres. Al respecto, Haití demostró que una población, cuanto más viva en situación de precariedad, más aumenta automáticamente su vulnerabilidad a las catástrofes. Como consecuencia, la problemática de la coordinación entre todos los actores se impone con mayor intensidad. No obstante, si el dispositivo de gobernanza mundial humanitaria pasara ser de facto bajo la tutela de los Estados, el rol-eje de los actores no-gubernamentales y las agencias de las Naciones Unidas se vería cuestionado. El nivel óptimo de auxilio y asistencia a las víctimas podría verse subordinado a consideraciones políticas, con un eventual riesgo de malversación y una drástica disminución de la ayuda.

Referencias

Action Aid, The Evolving UN Cluster Approach in the Aftermath of the Pakistan Earthquake : An NGO Perspective, Londres, Action Aid International, 2006.
Adinolfi Costanza, Bassiouni David, Lauritzsen Halvor, Williams Roy, Humanitarian Response Review, OCHA, New York, Geneva, 2005.
Chevallier Éric, « Politique et catastrophes naturelles », Questions internationales, Paris, La documentation française, 2006.
FICR, Rapport sur les catastrophes dans le monde, Genève, HCR, 2009.
Makki Sami, Militarisation de l´humanitaire, privatisation du militaire, Paris, CIRPES, Coll. Cahiers, 2004.
Ryfman Philippe, Une Histoire de l´humanitaire, Paris, La Découverte, 2008. Coll. Repères.