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PAC 27 – El complejo obsidional de Corea del Norte Luego del naufragio del navío surcoreano Cheonan, el 26 de marzo de 2010

Por Daniel Bourmaud

Traducción : Daniel Del Castillo

Passage au crible n°27

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La tensión que se observa en la península coreana desde principios del año 2010 conoció un nuevo y brutal agravamiento con el naufragio de una corbeta surcoreana que dejó 46 muertos, el 26 de marzo de 2010. Al respecto, Seúl acusó a Pyongyang de haber deliberadamente enviado un torpedo contra su navío Cheonan. En respuesta a las sanciones económicas y comerciales impuestas por el Presidente surcoreano, Corea de Norte rompió relaciones con su vecino del Sur, procediendo a nuevas maniobras militares y reforzando su arsenal nuclear, a partir de los últimos días del mes de junio.

Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico

Esta tensión hace parte de un largo historial de más de medio siglo; en el cual la Guerra de Corea marcó la ruptura oficial entre los dos territorios situados a cada lado del paralelo 38. Transcurridos tres años de combates, entre 1950 y 1953 los más mortíferos del siglo XX, a excepción de las dos Guerras Mundiales , el conflicto finalizó con la firma de un armisticio, más no de un tratado de paz: el armisticio de Pan Mun Jon.

Tras caracterizarse esencialmente por el status quo durante la Guerra Fría, las relaciones intercoreanas entraron en una nueva fase, con su admisión a la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 1991 y la conclusión de un pacto de no agresión. Se abrió entonces una era de acercamiento, de sunshine policy simbolizada entre otras cosas por el establecimiento de oficinas de enlace, una ayuda económica del Sur a favor del Norte y reencuentros de las familias que habían sido separadas. Su emblema fue la abertura de una zona económica especial en Kaesong. A pesar de todo, la decisión del Presidente Bush de inscribir, en el 2002, a Corea del Norte en el Eje del mal reforzó su complejo obsidional. Su aceptación del multilateralismo, en el marco del Grupo de los Seis Estados Unidos, China, las dos Coreas, Japón, Rusia y el manejo de la amenaza nuclear, ilustrado por el retiro del Tratado de No Proliferación (TNP), alternó después con una estrategia aislacionista.

Marco teórico

La teoría constructivista se muestra particularmente apropiada para comprender las dinámicas políticas y sociales que se han establecido ya que, según Alexander Wendt, la identidad de los actores constituye una variable poderosamente explicativa. Un enfoque psicológico de lo político también permite entender de mejor manera cómo se construye un conflicto, y aclarar las representaciones que los actores fabrican de sus intereses propios.

Dos configuraciones permiten restituir la complejidad de estos procesos. Primero que todo, la desvalorización de sí mismo puede ser experimentada como una humillación de la cual conviene deshacerse a través de una acción contraria. Pero el protagonista igualmente puede, como lo escribe Philippe Braud “instrumentalizar ciertos ataques a su dignidad” para ponerse en la postura de víctima y “permitirse [de esta manera] acciones de legítima defensa que son en realidad acciones belicosas”.

Análisis

En una repartición de roles al estilo western, Pyongyang encarna maravillosamente al malvado. En efecto, los países occidentales ven en Corea del Norte la esencia máxima de la duplicidad. Sus prórrogas y estrategias dilatorias provocan reacciones cada vez más brutales agravadas por el hecho que este país reivindica de manera explícita el derecho a disponer del arma suprema, el fuego nuclear. Este punto de vista encierra sin embargo un ángulo muerto, ya que oculta la visión que Corea del Norte se forja de ella misma y la manera cómo se concibe en relación al otro.

Una identidad amenazada y herida. El orgullo de la identidad de Corea de Norte encuentra sus raíces en la historia antigua y gloriosa del Estado de Kokouryo (277 A.C. – 676 D.C.), que se extendía hasta China, y cuya capital era Pyongyang. Aún hoy en día, Corea de Norte reivindica la herencia de aquel Estado que unió a Corea desde el siglo X hasta el siglo XIV. A pesar de constituir un motivo de orgullo, esta gloriosa historia se vio amenazada en varias oportunidades, por parte ya sea de los países occidentales en el siglo XIX, la colonización japonesa entre 1905 y 1945 y la dominación imperial de los Estados Unidos durante la Guerra de Corea.

Referirse a este país cómo el último Estado estalinista del planeta es reconfortar su sentimiento obsidional. Actualmente no se encuentra en curso ninguna precaución usual contra Corea del Norte, pero dicha ausencia se presenta como un hecho contraproducente. Al asimilar a Corea del Norte con un Estado canalla, los Estados Unidos, haciendo uso en realidad de categorías morales, lo castigan con una afrenta tan hiriente como lo es su presencia militar en Corea del Sur. La exigencia de Pyongyang de no figurar en esta lista, juzgada como una infamia, aspira no solamente a escapar a las sanciones correspondientes, sino también reconquistar una dignidad que fue otrora ridiculizada.

Una identidad instrumentalizada. Para los dirigentes norcoreanos, adoptar una postura de victimización constituye evidentemente un poderoso instrumento de activación y consolidación. Se trata de que la práctica de la violencia física termine siendo la respuesta a una violencia simbólica, de la cual éstos se consideran víctimas.

Este análisis deroga en efecto los enfoques más difundidos. Incluso puede presentarse como una provocación, ya que el régimen norcoreano parece acumular cada vez más las propiedades de un poder peligroso, con un carácter tan dictatorial como caprichoso, además de una sistematización de la coerción. A pesar de todo, la dimensión de la identidad sigue siendo determinante in fine. De esta manera, entendemos mejor porqué Andrei Lankov uno de los especialistas mejor informados de la cuestión coreana recomienda no más sanciones, es decir más fuerza, sino un lento trabajo de persuasión de la opinión norcoreana.

Referencias

Braud Philippe, L’Émotion en politique, Paris, Presses de Sciences Po, 1996.
Braud Philippe, « La Violence symbolique dans les relations internationales », Association Française de Science Politique, Congrès de Toulouse, Table ronde 6, 2007.
Lankov Andrei, “Changing North Korea, An information Campaign can Beat the Regime”, Foreign Affairs, 88 (6), Nov.-Dec. 2009, pp. 95-105.
Lindemann Thomas, Sauver la face, sauver la paix. Sociologie constructiviste des crises internationales, Paris, L’Harmattan, 2010. Coll. Chaos International.
Wendt Alexander, Social Theory of International Politics, Cambridge, Cambridge University Press, 1999.