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PAC 77 – El Nobel obliga El Premio Nobel de la Paz 2012 atribuido a la Unión Europea

Por Josepha Laroche

Traducción: Daniel Del Castillo

Passage au crible n°77

Prix Nobel de la paix, UESource: Wikipedia

El viernes 12 de octubre de 2012, el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a la Unión Europea. En su discurso de proclamación, el Presidente del Comité Nobel Thorbjorn Jagland, declaró particularmente que: « la Unión Europea y sus ancestros contribuyen desde hace más de seis décadas a promover la paz, la reconciliación, la democracia y los derechos del hombre en Europa ».

Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico

En su testamento del 27 de noviembre de 1895, el químico, industrial y filántropo sueco Alfred Nobel labró las bases de un sistema internacional de gratificaciones decididamente pacifista y cosmopolita. Sus disposiciones testamentarias precisan la creación de cinco premios anuales[1]– todos deben igualmente concurrir a la pacificación del escenario mundial – Física, Química, Fisiología-Medicina, Literatura, así como un premio para la paz, cuya atribución fue confiada al Parlamento Noruego (el Storting). En aquella época, su voluntad suscita una profunda reprobación en Suecia puesto que Noruega se encontraba entonces bajo la autoridad de Estocolmo. Pero la actividad que el Storting había desplegado en el pasado a favor de la paz, le pareció al inventor de la dinamita más determinante que el conflicto en el centro de la Unión Sueco-Noruega. Liberal y demócrata, Nobel designó entonces expresamente esta cámara para garantizar la administración de este premio, estimando que era la institución más calificada y legítima para hacerlo. En consecuencia, desde 1901 – fecha de entrega de los primeros premios – un comité que emana del parlamento noruego recompensa en Oslo a una personalidad o un organismo que obró especialmente a favor de la paz. Paradójicamente, dicha recompensa fue otorgada en Noruega, uno de los países más euroescépticos en la actualidad.

Tratándose del premio de la paz, el filántropo sueco no indicó criterios de selección muy precisos. Simplemente esbozó tres grandes orientaciones: « Tiene que haber obrado por la fraternidad entre las naciones, por la abolición o la reducción de las fuerzas armadas y por la firmeza y promoción de las conferencias para la paz », escribió Nobel. A pesar de esto, podemos discernir cuatro grandes ideales-tipo de laureados que han participado en la emergencia y establecimiento de una diplomacia Nobel: 1) El militantismo pacifista y humanitario, 2) La paz por el derecho, 3) El voluntariado misionario, 4) La experticia al servicio de la paz. Sin embargo, resulta evidente que el Nobel otorgado a la Unión Europea no entra en ninguna de estas categorías que estructuran desde hace más de un siglo la política de atribución de los Nobel de la Paz. ¿Cómo analizar entonces este proceso de nobelisación?

Marco teórico

1. Una autoridad performativa. El concepto de enunciado performativo se lo debemos al lingüista Austin. A diferencia de un enunciado descriptivo del tipo « está lloviendo », un enunciado performativo genera efectos prácticos puesto que tiene, por sí mismo, la posibilidad de modificar la realidad a causa del estatus institucional de aquel que lo produce, y en consecuencia de la autoridad de la cual dispone.
2. Una ventana de oportunidad política. Esta expresión, forjada inicialmente por John Kingdon, designa, por analogía con la idea de « ventana de tiro », una coyuntura bien particular. En efecto, esta última se presenta favorable – en un momento dado – a la realización de una acción política. Representa la secuencia pertinente que permite anteponer medidas que no tendrían ninguna oportunidad de existir, si ésta no se presentase.

Análisis

La política de atribución se esfuerza desde hace más de un siglo por represar la brutalización del mundo. Se encuentra entonces al origen mismo de una diplomacia coherente a través de la cual el sistema Nobel interviene globalmente en el escenario mundial, con el fin de imponer valores irreductibles como la libertad o la democracia. Recordemos que el sistema Nobel es un sistema global que estableció con el pasar del tiempo, una diplomacia no-estatal que suscita, apoya, protege y consagra ciertos procesos políticos, con el fin de hacer prevalecer sus prioridades y su agenda en el escenario mundial. Al respecto, tenemos aquí una diplomacia innovadora que forja normas y consigue los medios para tratar cuestiones internacionales consideradas como prioritarias. También se muestra como una diplomacia intervencionista que, dado el caso, adquiere injerencia en los asuntos internos de los Estados o las relaciones interestatales, así como los contenciosos regionales e internacionales. Finalmente, se afirma como una diplomacia inédita y lo suficientemente poderosa, como para estar en capacidad de ejercer desde luego una autoridad performativa. ¿Cómo podemos entonces sorprendernos que dicha diplomacia quiera implicarse en los desafíos del siglo, al nobelisar a la Unión Europea?

Puesto que busca definir las formas que tomará la paz en el futuro, esta diplomacia hace cada vez mayor irrupción en las High Politics, determinando de esta manera un nuevo modo de enunciación de lo político. En este sentido, la institución y sus laureados se consideran como los más sólidos defensores de los Derechos Humanos frente a la Razón de Estado. Al afirmarse como un poder universal de crítica, intervienen cada vez más en la escena internacional, ya sea que se trate de abordar temas sociales, o tratar directamente cuestiones políticas. Al realizar esto, los laureados no dudan en interponerse en los asuntos internos de los Estados, o implicarse en ajustes de cuentas internacionales. Despliegan entonces sus acciones a todos los niveles con el fin de promover una política que etiquetan en nombre del conocimiento o de los bienes comunes, de los cuales ellos se han autoproclamado sus guardianes.

Con este premio se apunta hacia una nueva línea doctrinal que confirma una grandiosa ambición, anteriormente esbozada en el 2009, con la atribución del Nobel al Presidente Barack Obama. En efecto, la diplomacia Nobel es actualmente lo suficientemente poderosa a nivel simbólico, como para tener la capacidad de ejercer una autoridad performativa. Al respecto, la cuestión no es tratar de saber si las instituciones europeas merecen o no merecen el premio, puesto que hemos abandonado el registro de la moral y los buenos sentimientos, para abordar aquel de la política.

Ciertamente, al nobelisar a la UE, el Comité recompensó un recorrido a favor de la paz que ya fue logrado. De igual modo, quiso animar y apoyar a la Unión al conferirle una ventaja de peso frente a las dificultades y críticas actuales. El jurado quiso de esta manera recordar que el premio había sido conscientemente atribuido a una Europa en crisis y « presa de graves dificultades económicas y disturbios sociales ». A través del Nobel y toda su pompa, el jurado escogió distinguir a la Unión entre otros laureados potenciales, con el fin de conferirle un aumento de legitimidad mundial. Desde ése momento, la UE es depositaria del aura Nobel y sus valores. Es portadora de un proyecto universal que la sobrepasa, y encarna la diplomacia Nobel, en lugar de ser simplemente la maestra de obra de la construcción europea. En un momento en el cual se encuentra tan criticada y debilitada, se trata de una nítida apuesta política a su favor. En lo que a esto concierne, la decisión corresponde con fidelidad a los designios del gran europeo que fue Alfred Nobel, puesto que se trata de una inversión simbólica y política que apoya el proceso de integración. Naturalmente, también constituye un riesgo, en la medida que el sistema Nobel compromete todo su crédito, tanto simbólico como institucional. En un futuro próximo, este golpe de fuerza simbólico podría por ejemplo permitir que la UE reivindique más fácilmente un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU. Igualmente, esta nobelisación confiere a la Unión un aumento de autoridad para restablecer la paz social en los Estados miembros, tentados por el repliegue comunitarista y los discursos populistas; así como también recuerda implícitamente a las opiniones públicas, fácilmente olvidadizas, todo lo positivo que la construcción europea les ha aportado. Finalmente, le otorga a la Unión un valioso recurso simbólico en el momento justo en el cual el BCE asume el manejo de los mecanismos de estabilidad y solidaridad financiera, la vigilancia presupuestal, y prontamente la Unión Bancaria, incluso un presupuesto de recuperación económica para la zona euro. En resumen, siendo que Europa se encuentra en vías de volverse un conjunto federal integrado, la diplomacia Nobel aprovecha una ventana de oportunidad política para ordenar el mundo, normalizando a Europa. Dicho de otra manera, este premio está lejos de ser una simple recompensa, es más bien una orden de misión por la cual la UE fue mandatada por el Comité de realizar concretamente y llevar a cabo, institucionalmente hablando, todo aquello con lo que se ha comprometido hasta el día de hoy. Es la razón por la cual este Nobel puede interpretarse, desde diversos aspectos, como una carga u obligación de alcanzar un resultado, a través de la cual la institución Nobel exhorta a la Unión a llevar a cabo el sueño europeo: el Nobel obliga.

Referencias

Austin, Quand dire, c’est faire, trad., Paris, Seuil, 1972.
Cobb Roger, Elder Charles, Participation in American Politics. The Dynamics of Agenda Building, Boston, Allyn and Bacon, 1972.
Kingdon John W., Agenda, alternatives and Public Policies, 2nd ed., New York, Longman, 2003.
Laroche Josepha, La Brutalisation du monde, du retrait des États à la décivilisation, Montréal, Liber, 2012.
Laroche Josepha, Les Prix Nobel, sociologie d’une élite transnationale, Montréal, Liber 2012.
Laroche Josepha, une injonction symbolique. Le Prix Nobel de la paix décerné à Barack Obama, Passage au crible

 

[1]. Con la finalidad de perpetuar, lo más fielmente posible las preocupaciones del donador, en 1968, el Banco de Suecia creó – con ocasión de sus trescientos años y a la memoria de Alfred Nobel – un sexto premio: Economía. Atribuido desde 1969, siempre se presenta de una manera particular, puesto que es el único Nobel que consagra una Ciencia Social. Incluso, este premio representa hasta hoy en día la única distinción internacionalmente reconocida en este campo de la investigación.