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PAC 79 – El potencial simbólico de un reconocimiento internacional Un status de Estado no miembro permanente en NU para Palestina

Por Josepha Laroche

Traducción: Ulises Aquino Jiménez

Passage au crible n°79

PalestineSource: Wikipedia

El 29 de noviembre de 2012, Palestina se convirtió en Estado no miembro de la ONU, beneficiándose así de un estatus idéntico al del Vaticano. 138 Estados votaron a favor de su candidatura, permitiéndole pasar de una condición de “entidad” a la de “estado no miembro” y finalizar así la solicitud oficial formulada a la tribuna de Naciones Unidas el 24 de septiembre de 2011 por el presidente palestino, Mahmud Abbas.

41 Estados han elegido abstenerse, mientras que 9 países votaron en contra. Estos últimos incluyen a los Estados Unidos, Israel, la República Checa, Canadá y cinco micro-Estados: las Islas Marshall, Micronesia, las Repúblicas de Nauru, Palaos y Panamá.

Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico

Simbólicamente, este voto tuvo lugar 65 años, día por día, después de la adopción del plan para partir Palestina. En efecto, el 29 de noviembre de 1947, la ONU votó ese texto buscando fundar un “Estado judío” y un “Estado árabe” y conferir un estatus internacional a Jerusalén. El mandato británico que había comenzado en 1920 finalizó entonces en 1948. Pero este año también está marcado, al mismo tiempo, por la creación de el Estado de Israel (14 de mayo) y el desencadenamiento del primer conflicto árabe-israelí. Al término de la Guerra de los Seis Días (5-10 de junio 1967) que enfrentó, a Israel y Egipto, a Jordania y Siria, Israel conquistó Cisjordania y Gaza. El Estado hebreo tomo igualmente la vieja ciudad de Jerusalén que se convirtió desde entonces en su capital, sin que un gran número de Estados reconozcan esta última iniciativa. La ONU votó entonces el 22 de noviembre de 1967, la famosa resolución 242. Reafirmando “la inadmisibilidad de la adquisición de territorios a través de la guerra y la necesidad de trabajar por una paz justa y durable que permita a cada Estado de la región vivir con seguridad”, esto ciertamente realizaba un hábil compromiso entre las reivindicaciones de unos y otros, pero sus ambigüedades intrínsecas no facilitarían la elaboración de un acuerdo posterior. En octubre de 1973 (6-24 de octubre), Israel ganó la Guerra de Yom Kippur, llamada también Guerra de Octubre o guerra árabe-israelí, la cual enfrentó a una coalición dirigida por Egipto y Siria. De manera más general, una de las consecuencias de este conflicto fue el shock petrolero de 1973, cuando como medida de represalia contra los aliados de Israel, la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) decidió aumentar en 70% el precio del barril de petróleo, mediante la reducción de la producción. En 1974, la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) fue admitida en la ONU con el estatus de observador. Algunos años más tarde, el Consejo Nacional Palestino – cuerpo legislativo de la OLP – proclamó en Argel la independencia de un Estado Palestino el 15 de noviembre de 1988, luego de la liberación de la región de Cisjordania (que estaba ocupada por Jordania desde 1948). Pero esta declaración no se acompaña de ninguna independencia de facto aunque la ONU considera como “territorios palestinos” legítimos las dos zonas situadas de un lado y del otro del Estado de Israel, es decir la Franja de Gaza al oeste y Cisjordania al este. Fue necesario esperar el 13 de septiembre de 1993 para que Israel y la OLP se reconocieran mutuamente y firmar los acuerdos interinos de Oslo. Estos buscan acrecentar la autonomía palestina en Cisjordania y Gaza y preveían que un Consejo democráticamente electo substituya a las autoridades militares y civiles israelíes. Igualmente, precisan que Israel continuará a cargo del manejo de la seguridad exterior y la protección de los israelíes. Sin embargo, su aplicación se observa difícil todavía. La creación del Estado Palestino, bajo los términos del acuerdo de Oslo, tendría que haber iniciado en 1998 según las modalidades preparadas en común por el gobierno israelí y la Autoridad Palestina, hasta ahora, nada ha pasado de esta manera. Por otra parte, Israel continua creando colonias, a pesar de la reprobación de la Unión Europea y los Estados Unidos. El 25 de marzo de 1999, la Unión Europea se pronunció a favor del derecho de los palestinos a la autodeterminación y a la creación de un Estado. El 9 de enero de 2005, Mahmud Abbas fue electo presidente de la Autoridad Palestina. El 12 de septiembre, todos los asentamientos israelíes en Gaza son desmanteladas y los últimos soldados israelíes se retiran. El control de todo el territorio de Gaza regresa entonces a las fuerzas del orden de la Autoridad Palestina, mientras que el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, declara querer hacer avanzar el proyecto del Estado palestino. Pero el 12 y 14 de junio de 2007, Hamas expulsó a la OLP de Gaza, desafiando su poder presidencial y en general las fuerzas del Fatah. Dicho de otra manera, frente a Israel, los representantes del pueblo palestino aparecen completamente divididos: Hamas en el territorio de Gaza y la Autoridad Palestina en Cisjordania.

Marco teórico

1. La ausencia de diplomacia europea. Los Estados miembros de la Unión Europea se pronunciaron de manera desorganizada sobre esta situación crucial. Haciendo lo anterior, estando así de divididos, dieron testimonio de la ausencia de toda diplomacia europea sobre un tema por demás importante para la paz mundial.
2. La espiral mortífera de una diplomacia coercitiva. Con respecto a este voto, la diplomacia israelí se negó a integrar el deseo de reconocimiento de los palestinos. Exclusivamente definido en términos estratégicos, él excluye no obstante la dinámica simbólica que este nuevo estatus puede inducir.

Análisis

Si el premio Nobel de la paz entregado el 10 de diciembre 2012 a la Unión Europea señala bien la autoridad performativa de la de diplomacia Nobel, pone cruelmente en relieve la inconstancia de la diplomacia europea. En efecto, para que la Unión Europea llegue a ser finalmente un actor internacional, el camino parece aún muy largo y difícil. Respecto a este voto histórico, ¿no hemos notado las abstenciones de los Estados miembros de la Unión siguientes: Alemania, Hungría, Letonia, Lituania, Países Bajos, Polonia, Rumania y el Reino Unido? Mientras que la República Checa decidió alinearse con las posiciones israelíes, Francia, España, Italia, Suecia y otros diez Estados europeos eligieron por su parte comprometerse del lado de los palestinos.

Frente a los apoyos a Palestina bastante dispersos por una parte y el apoyo incondicional de Estados Unidos por otro lado, Israel ha podido aún más fácilmente ejercer severas medidas de represalia a Palestina tan pronto se adoptó este voto. El Estado hebreo en efecto dio a conocer inmediatamente un nuevo proyecto de construcción de colonias (300 nuevos viviendas) en una zona hasta el momento libre de toda ocupación; este plan amenaza así la viabilidad misma del Estado Palestino. Además, el gobierno israelí – que prepara elecciones próximas – decidió la confiscación del pago de los impuestos golpeando los productos importados en palestina, impuestos que Israel había hasta ahora recibido por cuenta de la Autoridad Palestina y le había transferido siempre. En efecto, esta decisión busca asfixiar económicamente un territorio que ya es muy vulnerable. Esta guerra económico-financiera da testimonio de una escalada diplomática que reposa esencialmente sobre la fuerza pura, en resumen, sobre el hard power. Ahora, no es seguro que al final este enfoque resulte racionalmente pertinente para Israel.

Ciertamente, el nuevo estatus de Palestina en las Naciones Unidas le va a permitir, en determinados casos, presentar denuncias contra Israel ante la CPI (Corte Penal Internacional). Entonces, los palestinos pueden hacer valer que una ocupación debe ser considerada como un “crimen de guerra”. Finalmente, tendrán así la oportunidad de adherirse en pleno derecho a las agencias especializadas de la ONU (OMS, FAO, etc.). Pero ahí no radica quizá lo esencial, lo esencial residen ante todo en el potencial simbólico liberado por este nuevo estatus. Este último abre y multiplica las perspectivas de reconfiguración del conflicto palestino-israelí ante los cuales el hard power israelí mostrará rápidamente sus límites.

Referencias

Finkelstein Norman G., Tuer l’espoir : Introduction au conflit israélo-palestinien, Paris, Aden éditions, 2003.
Laroche Josepha, La Brutalisation du monde, du retrait des États à la décivilisation, Montréal, Liber, 2012.
Lindemann Thomas, Sauver la face, sauver la paix, sociologie constructiviste des crises internationales, Paris, L’Harmattan, 2010. Coll. Chaos International.
Quigley John, The Statehood of Palestine: International Law in the Middle East Conflict, Cambridge, Cambridge University Press, 2010,
Schelling Thomas, Arms and Influence, New Haven, Yale University Press, 1966.
Schelling Thomas, La Stratégie du Conflit, Paris, PUF, 1986.