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PAC 52 – Una concepción engañosa del poder La adquisición de empresas francesas por China

Por Alexandre Bohas

Traducción: Ulises Aquino

Passage au crible n°52

Diversos son los observadores preocupados por la adquisición de firmas emblemáticas operadas sobre el viejo continente por los chinos y al mismo tiempo, lamentan la deslocalización y la IED (Inversión Extranjera Directa) realizadas por las firmas europeas fuera de Europa. En los dos casos, estas visiones pesimistas apuntan a la decadencia. Lo anterior nos lleva a precisar el concepto de poder con el fin de comprender mejor las relaciones multidimensionales que tienen lugar en la escena mundial.

Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico

Durante los últimos años, las empresas chinas han invertido masivamente en Europa aprovechando el débil curso de las bolsas. Siendo titulares constantes de periódicos, han adquirido participación – mayoritaria o minoritaria – en empresas reconocidas como Volvo (Suecia), le Château de Viaud (Francia), Club Med (Francia) o Rover (Reino Unido), pero también sobre entidades especializadas e innovadoras como Medion (Alemania), Elkem (Noruega o BorsodChem (Hungría), o incluso de sociedades de logística y distribución parecidas a Marionnaud (Francia), Port de Pirée (Grecia) y L’Occitane (Francia).

En total, de 2007 a 2010, la IED china creció en un 339% contra 133% en América del Norte y 115% en América del Sur. Alcanzando 64 millos de euros sólo durante el periodo de octubre 2010 a marzo 2011, estas inversiones deberán ser monitoreadas ya que las reservas internacionales se elevaran en China a 3,620 millones de euros. Esto representa la posibilidad de adquisición de las 80 mayores firmas de la zona euro. Sin embargo, debemos notar que ellas no constituyen, por el momento, que el 2% de los fondos de inversión de origen extracomunitario.

Estas adquisiciones significan, sin duda alguna, una dependencia con respecto a las compañías chinas, la transferencia de tecnología en su favor y el aumento de la gama tecnológica. Algunos asocian estos avances a la política de Pekin, zouchuquespíritu de conquista »), que apoya las ambiciones comerciales de sus empresas gracias al Eximbank, una entidad de crédito especializada. Estas cuestiones han generado numerosas reacciones negativas en Europa, un continente que participa actualmente de una crisis financiera que anuncia una recesión económica.

Marco teórico

La irreductibilidad del poder a una suma de activos. El poder debe ser visto de una manera estructural como resultado de acuerdos políticos, culturales, sociales y económicos. No debe ser entendido de manera sustancialista, no se posee. En otras palabras, no podemos en términos estrictos tener el poder sino solamente ser poderosos. Además es importante abandonar la ontología neorrealista que la evalúa desde los diversos tipos de divisiones, militares o económicas.

La competitividad de los actores dentro de la interdependencia. Lejos del molesto neomercantilismo, se trata de observar que la competitividad está basada en las relaciones de interdependencia compleja: las colectividades territoriales benefician las inversiones directas e indirectas al extranjero de organizaciones no estatales mientras que, estas últimas prosperan gracias a las implicaciones estratégicas en los sectores de excelencia desarrollados con asociaciones público-privadas. Si los economistas neoclásicos – considerando los estudios de Heckscher-Ohlin-Samuelson ou de Michael Porter – parten de forma justificada de la abundancia de factores de producción para explicar el comercio internacional, esas teorías deben tomar en cuenta la globalización contemporánea que se traduce en una triple transnacionalización: la de los intercambios, las firmas y las inversiones.

Análisis

De la misma manera que las empresas occidentales, las transnacionales chinas buscan poseer a través de sus compras de activos esencialmente inmateriales tales como las nuevas tecnologías, la notoriedad y la imaginación de las cuales son testimonio las marcas y la simbología de las producciones europeas de lujo. El valor de estos aumentó bajo una configuración de mercado saturada y caracterizada por una homogenización de las producciones destinadas a una clientela exigente. A partir de ahora, la experiencia del consumo, y no más simplemente la compra de productos, crea el valor que los chinos codician y tratan de adquirir. Debemos notar cuantas de estas narraciones comerciales son inherentes a los creadores y asociados a la alta tecnología de centros de investigación del viejo Continente, todas salidas de un lugar propio y de una cultura singular. Ahora bien, ellas se desarrollan gracias a concentraciones institucionales y de corte social e industrial que una reubicación reduciría a nada.

Por otra parte, la innovación y la gestión de las actividades adquiridas por los chinos siguen siendo el fruto de « manipuladores de símbolos » (R. Reich), donde las funciones son difícilmente intercambiables. De hecho, las diferentes etapas de la producción requieren un personal altamente calificado y bien remunerado. En este sentido, entendemos entonces los problemas informáticos, del conocimiento y el lugar crucial que se le otorga a la investigación. Está de más decir que esta ausencia de replicación del trabajo realizado, aun representa el fundamento principal del poder europeo y su valorización en la escena mundial. Las inversiones directas de China constituyen el origen de implantaciones futuras en Asia y una mayor actividad para Europa. Aunque ayudados por el gobierno de Pekín, ellos se basan en estrategias puntuales que han estimado el potencial de crecimiento más prometedor que para otros activos existentes en los Estados Unidos, Japón o incluso China.

Estos fondos invertidos en el campo socio-cultual y simbólico consagran el lugar preponderante de un modo de vida occidental en el cual el consumidor euro-estadounidense figura como cliente principal y las sociedades occidentales se presentan como la referencia. De tal manera que podemos verlo frecuentemente en el consumidor chino un impulso al crecimiento chino, a fuerza de constatar que no significa nada. Sus empresas continúan centradas en el Occidente, reconociendo implícitamente su economía mundial, a pesar de las crisis sistémicas y los cuestionamientos de su modelo al cual ellos hacen frente actualmente.

Si pretendemos sobrepasar una concepción engañosa del poder, entonces es imposible concluir de forma apresurada, que esas nuevas compras chinas signifiquen un cambio de sistema a favor del continente asiático.

Referencias

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http://lexpansion.lexpress.fr/economie/la-carte-des-investissements-chinois-en-europe_272330.html
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Porter Michael, L’Avantage concurrentiel des nations, Paris, Dunod, 1993.
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