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PAC 133 – Liberar las negociaciones climáticas La cuestión crucial de la COP21 en París

Por Stefan C. Aykut
Traducción Ulises Aquino

Passage au crible n° 133

COP21 ParisSource: Wikimedia

En diciembre de 2015 se tendrá en París la 21ª conferencia de partes de la Convención sobre el clima (COP21). Anunciada como un evento mayor de la gobernanza global sobre el medio ambiente, deberá conducir a un acuerdo internacional para hacer frente al cambio climático. La llegada de esta cuestión a la agenda internacional representa más de veinte años de negociaciones desde la conferencia de Rio en 1992. Así, las concentraciones de gas en la atmósfera, responsables del efecto invernadero, han alcanzado un nivel record en 2013. Según el reporte del PICC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático), se observa muy probable que el cambio climático sobrepasará el umbral crítico peligroso de los 2ºC suplementarios ¿Cómo explicar este fracaso patente?
Contexto histórico
Marco teórico
Análisis
Referencias

Contexto histórico
Podemos esquemáticamente distinguir tres grandes fases en este asunto. La primera inicia con la firma de la Convención climática en 1992 y marca la emergencia del régimen climático. Después de la caída del muro de Berlín, un mundo regido por la cooperación entre Estados parecía en efecto posible. En 1997, el protocolo de Kioto asigna objetivos numéricos a la reducción de emisiones de GEI (gases de efecto invernadero) a los países desarrollados y a las economías en transición. Introdujo tres “mecanismos flexibles” fundados sobre la idea de utilizar las fuerzas del mercado para realizar estas disminuciones a menor costo. La segunda etapa comienza en 2001 con la decisión de los Estados Unidos de no ratificar el Protocolo de Kioto. La Unión Europea toma entonces las riendas de las negociaciones y el protocolo de Kioto entra en vigor en 2005, sin los Estados Unidos. Así, presenciamos el aumento de poder de los PED (países en desarrollo) y los asuntos que les conciernen. En primer lugar, la adaptación a los cambios climáticos, pero también las transferencias tecnológicas y financieras necesarias para ponerlas en una trayectoria de desarrollo con menos carbono. Esta fase obstruida por el fiasco de la conferencia de Copenhague en 2009, que debía conducir a la firma de un tratado remplazando el protocolo de Kioto. El acuerdo minimalista que resultó consagra una nueva situación, en la cual los emergentes y el poder estadounidense imponen sus elecciones, mientras que Europa se encuentra marginada.
Después de Copenhague, el periodo post 2012 testifica una nueva prioridad. Por una parte, convendría firmar, hasta 2015, un nuevo texto que englobaría a todos los actores estatales y entraría en vigor en 2020. Por otra parte, se trataría de elaborar un acuerdo que cubriría el periodo hasta 2020. El objetivo sería evitar un agujero en los esfuerzos de reducción y de apoyo financiero a los PED. En la víspera de la COP 21, recordemos que muchas veces ya, la concepción gestionaría y apolítica de esta gobernanza ha chocado brutalmente con eventos, más o menos alejados del proceso climático – guerra estadounidense en Iraq, crisis financiera de 2008, conferencia de Copenhague en 2009 -, que han hecho volar las ilusiones de un manejo eficaz y común del clima.

Marco teórico
1. El régimen climático. En relaciones internacionales la noción de régimen designa los “acuerdos políticos, tratados, organizaciones internacionales, conjunto de procedimientos jurídicos , etc.” que estructuran el tablero mundial alrededor de un tema determinado (Krasner, 1983; Keohane, 1984). El concepto remite también a otras disciplinas. Así, también es utilizado en la literatura de Foucault para describir el conjunto de dispositivos culturales, institucionales u otros que forman un “régimen de verdad” (Foucault, 2001: 160; Leclerc, 2001). En cuanto al estudio de las ciencias técnicas, busca capturar los “modos de producción del saber científico” contemporáneo, imbricado en los asuntos políticos y económicos (Gibbons et al., 1994; Pestre, 2003). Aplicados al problema climático, estas diferentes acepciones se superponen por caracterizar un sistema complejo de arenas e instituciones que ha reunido Estados y múltiples actores involucrados cada vez más numerosos. Esto ha suscitado nuevas prácticas de investigación he instaurado procedimientos de evaluación y de validación. Además afrontó intereses económicos y asuntos políticos varios. En fin, estableció relaciones particulares entre ciencias, experiencia, políticas y mercados.

2. Un “cisma de lo real”. En su gran obra sobre la educación política, el político alemán Oskar Negt (2010) introdujo la noción de “cisma de los real” para describir sobre el plano analítico las señales precursoras de las grandes crisis constitucionales, disfrazadas por la continuidad vinculante del proceso democrático. Partiendo de la República Romana antes del Principado, y de la República de Weimar antes de la toma de poder por los nazis, Negt constata que esas fases se caracterizan por la coexistencia de dos formas de legitimidad. La primera tiende al proceso democrático, fundado sobre las reglas de civilidad y de decencia, así como sobre la retórica y el debate parlamentario. En cuanto a la segunda, reposa sobre el poder militar, la violencia y la ocupación de las plazas públicas. El hiato, – Negt habla de Wirklichkeitsspaltung, o cisma de lo real, una noción tomada de la psicología – se acentúa entonces progresivamente. Sin embargo, los ciudadanos continúan yendo a votar mientras que la fachada democrática sigue intacta, lo que vuelve más difícil la percepción de las señales precursoras de los cataclismos a venir.

Análisis
Un hiato un tanto similar parece a la obra en la gobernanza climática. Este cisma históricamente se constituye al final de los años noventa, mientras la corriente neoconservadora imponía sus elecciones en los Estados Unidos, confiando en el poder militar y rechazando el multilateralismo. En 1997, la célebre resolución Byrd-Hagel del Senado traduciría una hostilidad hacia un tratado que impondría a los esfuerzos estadounidenses sin compromisos “comparables” de los PED (Senado 1997), mientras que en las Guerras del Golfo (1990 y 2003) y en Afganistán (2001), Washington protegió sus asuntos vitales, en términos de seguridad y de aprovisionamiento petrolero, permitiendo la continuidad sin cambios de la American way of life. Ni el profundo significado de esos conflictos, ni la decisión brutal de los estadounidenses de abandonar el proceso no han sido objeto de un análisis substancial. Este enclavado de las negociaciones se analiza también a nivel más estructural. Siguiendo las investigaciones sobre el afianzamiento de los regímenes internacionales (Oberthür y Stokke, 2011), notamos que ese que concierne al clima interfiere con los otros, dotados de un funcionamiento propio y de instituciones específicas. Una dimensión crucial del cisma relativo a las negociaciones climáticas tiende al hecho de que estas últimas siguen siendo cuidadosamente separadas de esas otras instituciones. Así, por ejemplo, la OMC, una organización central en la gobernanza del comercio mundial, consecuenta una globalización económica con mucho carbono. Por otra parte, en materia de desarrollo, el Banco Mundial continua a financiar masivamente los grandes proyectos de infraestructura y una industrialización poco cuidadosa del medio ambiente. Más importante aún, el enfoque de Kioto viene nuevamente a separar dos regímenes de la energía. En efecto, organiza las discusiones y medidas alrededor del CO2 y otros GEI (las cuestiones de output), y no sobre la extracción y la combustión de los recursos energéticos (la cuestión de los imputs). Así, enfocándose en las emisiones en lugar de atacar los modos de desarrollo económico, bajo las reglas del comercio internacional o incluso al funcionamiento mundial del sistema energético, el régimen climático a establecido “muros corta fuego” (Altvater, 2005:82) entre el clima y los otros regímenes.
Un cisma separa entonces dos realidades. Por una parte, existe un mundo caracterizado por la globalización económica y financiera, la explotación desmesurada de los recursos energéticos fósiles y una competencia feroz entre Estados. Por otra parte, constatamos una esfera de las negociaciones y de la gobernanza que se encuentran cada vez más desconectadas. Así , la conferencia de París no podrá conseguir que si inicia un proceso de toma de conciencia que pusiera final a ese aislamiento y al desconocimiento de otros grandes asuntos que interfieren en contracorriente los pocos avances observados en las negociaciones.

Referencias

Altvater Elmar, Das Ende des Kapitalismus, wie wir ihn kennen, Münster, Westfälisches Dampfboot, 2005.
Foucault Michel, Dits et écrits, Paris, Quarto Gallimard, 2001.
Gibbons Michael, Nowotny Helga, Limoges Camille, et al., The New Production of Knowledge. The Dynamics of Science and Research in Contemporary Societies, London, Sage, 1994.
Keohane Robert O., After Hegemony: Cooperation and Discord in the World Political Economy, Princeton, NJ, Princeton University Press, 1984.
Krasner Stephen D., (Éd), International Regimes, Ithaca, Cornell University Press, 1983.
Leclerc Gérard, « Histoire de la vérité et généalogie de l’autorité », Cahiers internationaux de sociologie, 2 (111), 2001, pp. 205-213.
Negt Oskar, Der politische Mensch. Demokratie als Lebensform, Göttingen, Steidl Verlag, 2010.
Oberthür Sebastian et Stokke Olav Schram, (Éds), Managing Institutional Complexity: Regime Interplay and Global Environmental Change, Cambridge, MA, MIT Press, 2011.
Pestre Dominique, Science, Argent et Politique. Un essai d’interprétation, Paris, Inra, 2003.